El escritor
Montero Glez, el crítico literario
Pedro de Miguel y el periodista musical
Pablo Canga, nuevos fichajes de Bestiario.com. Con estas tres nuevas incorporaciones, son ya ocho los blogs agrupados dentro de esta comunidad de bitácoras.
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Montero Glez, «un autor jodidamente bueno» que sorprendió a crítica y lectores con Sed de Champán y Cuando la Noche obliga, es, según el propio novelista, además de Un almanaque incendiario, «una trinchera para defender la imaginación, frente al acoso de la realidad, siempre tan prosaica y puñetera. Una trinchera donde cabe todo el mundo, sin olvidar que el mundo no acaba en el planeta tierra. Una trinchera que será refugio, a la par que servirá para arremeter contra la realidad, siempre tan envidiosa de la fábula».
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Pedro de Miguel, muestra, según indica en su subtítulo, Nudos de literatura entre la red y el papel. El crítico literario comenzó su bitácora con estas palabras: «“No hay nada nuevo bajo el sol”, dijo ya la Biblia. Y este blog no es ninguna excepción. Desde que nace Internet se producen nudos entre literatura y electrónica, hasta el punto de que todo texto en la Red se convierte en letra enredada. Como suelen repetir los expertos, “el medio es transparente”, y la letra se adapta igual de bien que la imagen a las nuevas tecnologías».
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Pablo Canga, que lleva el expresivo subtítulo de Infundios desde Main Street, va a revelar a un periodista musical independiente y con criterio propio, capaz de escribir un curri-culo como éste: «Le gusta la música y la sidra asturiana. Es heterosexual no homófobo. El primer LP que cayó en sus manos fue "La Gallina Co-Co-Ua" de Enrique y Ana (quién te ha visto y quién te ve, Enriquito). A los 14 años se puso tupé y un amigo le grabó una cinta de Elvis, a los 17 se compró unos Martins y un amigó le grabó "London Calling". Más tarde se compró un jersey de pico dos tallas mayor de la suya tras ver a The Cure en un programa de televisión. Se hizo fan de The Cure hasta que se cansó. Se dejó melena, se cortó el pelo y comenzó quedarse calvo. Morirá antes de que se hunda la industria discográfica. Sus opiniones son discutibles, pero sólo le interesan los comentarios aduladores. Cuando sea rico estrenará un 'blog' que redactará su taquígrafa».
Estas tres nuevas bitácoras, que han llegado a la Red el pasado 18 de abril, se suman a las cinco bitácoras de Bestiario.com que aparecieron el 1 de enero de 2005:
. Diario de un cinéfilo, de
Betaville
El cinéfilo es un tipo esquivo que ama la oscuridad y que malgasta sus días en el asombro perpetuo de la última sesión. Al cinéfilo, cuya dedicación se relaciona vía sufijo con actividades poco edificantes y no muy bien vistas socialmente, se le identifica porque desaparece al entrar en una sala de cine.
. Bitácora casi real de un cibercurrante, de
Leandro Pérez Miguel
Las cuatro de la madrugada. Estoy despierto desde las tres. Le ha costado tomarse el biberón. Desvelado, preparo un descafeinado, encuentro un lápiz en la cocina y, ya en el salón, escribo: "Los vecinos me llaman el mantenido. Jódete y baila. Media vida empollando, y la otra currando, para que el infeliz del octavo derecha me bautice con..."
. Regreso a Chinaflat, de
Matías Bruñulf
Una primavera de abril, Matías Bruñulf sintió, como cualquier gallego, la necesidad de recorrer mundo. Meses después, recibió, más allá de los Alpes, amenazas de su jefe cocainómano, que mal regentaba un cibercafé decadente frecuentado por bohemias aficionadas a la calceta e inmigrantes necesitados de palabras. Matías, después de despertarse una mañana de domingo con el cable telefónico al cuello, se zafó de aquella red y decidió arrastrar maletas en un homohotel de lujo. El cuello mao, confesó años más tarde, no le sentaba nada mal.
. Seductora, provocadora y glotona, de
Sira X
No me llamo Sira. Tampoco mi apellido empieza por equis. No te voy a contar en qué pueblo nací ni en qué ciudad estudio ni qué carrera estoy haciendo. Me gusta escribir, aunque juntar letras no sea mi auténtica especialidad.
. Escritos encontrados en un zapato, de
Toño Benavides
Nada es lo que parece y cuanto más claro está más engañoso resulta. La percepción de la realidad es algo demasiado serio como para dejarla al arbitrio de los sentidos, a no ser que estos hayan sufrido algún tipo de mutación que les permita advertir lo que está oculto.