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DORA (II). En una soleada mañana laborable de una pequeña ciudad, el parque de atracciones está tan desierto como un pueblo abandonado así que fuimos directamente al recinto destinado a las caravanas del del circo.
Salvo la ropa tendida,el gruñido ocasional de algunos animales y un barrendero, allí no había señales de vida. En alguna parte de aquel laberinto estaba Dora.
Preguntamos al barrendero:

-¿Dora Martin's, sabe usted donde vive?
-Es allí, la tercera-dijo apuntando hacia un grupo de caravanas-la que tiene dos tiestos a la entrada.

Cuando nos acercábamos se oían dentro algunas voces más altas que otras. La puerta se abrió y un tipo delgado que se parecía mucho al mago hindú salió como despedido. Pasó bufando entre nosotros descalzo y con parte de la ropa en la mano. Para entonces M ya se había arrepentido varias veces de haberme seguido la corriente.Sujeta esta cámara un momento,por favor-le dije- y en ese momento Dora apareció en la puerta atándose el cinturón de una bata de gasa azul cobalto con cuello de marabú. Adelantó su pie rechoncho encajado como un corcho en un zapato con pompón de peluche y abertura delantera para el dedo gordo y con ese dedo apuntando hacia nosotros como el cañón de una pistola, nos disparó :

-¿Y vosotros qué coño queréis?

-El suyo, de usted, señora- me hubiera gustado contestar, pero parecía haber una rifa de bofetadas en el ambiente y además no era forma de empezar a conocernos.

-Queremos entrevistarla para el periódico local.

Había ensayado la frase varias veces, pero nunca había sonado tan falsa.

-Pasad-dijo después de hacernos un buen traje con la mirada y atravesamos aquella puerta tan estrecha que hacía casi imposible una huida airosa.En caso de extrema necesidad,quiero decir.Siempre puede presentarse esta eventualidad cuando vas a entrar en un sitio de donde, poco antes, ha salido alguien maldiciendo, sin contar con lo "capullo" que puedas ser tú y el talento que seas capaz de desplegar para complicar las cosas.Tratándose de M ese es un detalle que hay que tener muy presente.En cuanto a mí, creo que ya no tengo nada que demostrar en ese sentido y la situación no era precisamente tan sosegada como la del patio de un convento.

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Publicado el jueves, 18 de enero de 2007, a las 21 horas y 44 minutos








Ilustración de Toño Benavides
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