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DORA (V). Le presenté a M. como el fotógrafo del periódico. M. sabía tanto de fotografía como de pilotar hidroaviones, y me presenté yo. No repetiré la sarta de mentiras que adornaron el momento. El caso es que colaron y si no colaron importaba poco. Eso estaba claro porque Dora conocía el valor de una buena mentira. Con la franqueza y con la verdad no sabes a qué atenerte. No se puede saber que tortuoso engaño esconde alguien que va por la vida abriendo las palmas de las manos hacia el cielo con la verdad por delante, pero puedes jurar que te la está metiendo doblada porque él mismo es el primero que se lo cree."True Believer" o el síndrome del predicador. Dora había aprendido a no desconfiar de las mentiras:
Johnny: Miénteme. Dime que me has esperado todos estos años. Dímelo.
Vienna: Te he esperado todos estos años.
Johnny: Dime que habrías muerto si yo no hubiese vuelto.
Vienna: Habría muerto si tú no hubieses vuelto.
Johnny: Dime que aún me quieres como yo te quiero.
Vienna: Aún te quiero como tú me quieres.
Johnny: Gracias. Muchas gracias.
-¿Cuál es su nombre? No el artístico sino el de pila, quiero decir.
-Adoración Martínez, cariño-no mentía- pero trátame de tú que hay confianza.
A partir de ahí no me dejó hacer una pregunta más.
No podíamos apartar la vista del gato y él nos miraba tenso como si hubiera reconocido enemigos naturales. Es evidente que esperaba una reacción violenta e inmediata por nuestra parte, así que allí estábamos los dos unidos al animal por un campo de fuerza que ninguno sabía cómo romper.
Dora hablaba y hablaba recostada en aquella butaca oscurecida por el paso del tiempo y la caída del sol a través de las exiguas ventanas de su caravana; unos ventanucos que trataban desesperadamente de parecerse a ventanas de verdad, ahogadas a cada lado por primorosas cortinas rematadas en volantes que ondulaban tulipanes amarillos.
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Publicado el sábado, 3 de febrero de 2007, a las 1 horas y 16 minutos
[1] Lara. Me da la impresión de que Dora, es una mujer muy fuerte, tan segura de si misma que podría haber hecho todo lo que se propusiera pero tal vez, al mismo tiempo, con tantos miedos que no ha sido capaz de salir de una caravana, de buscar algo mas allá de repartir pipas y caramelos a personas y hombres que babean intendo elegir algo de su bandeja mientras la miran el pecho. Creo que en realidad esa dureza que quiere hacer ver, ese contoneo de caderas tan seguro y el deciros que cafe quereis sin ni siquiera miraros, muestra solo a una persona que se le aleja de los demás por el pánico que siente a que le puedan hacer algo malo. Si yo fuera Dora, me iría corriendo de allí, no seria arrogante, es mas daría la mano al primero que viniera con intencion de salvarme.
Bueno no se si en realidad quiere ser salvada, porque parece que tiene muy asumido todo lo que le ha pasado en su vida, y tal vez ese es su gran problema porque ha dejado de soñar y de tener expectativas, conformandose con aquello que tiene, por miedo a encontrar algo peor al siguiente paso.
Me gusta mucho la historia y espero leer la proxima parte.
Un besito.
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