BLOQUEO. En un cruce de carreteras cuarteadas por la desidia y la falta de recursos, encontré algunos cuadros de Kandinsky. Eran originales no reproducciones y estaban semienterrados en el barro junto con un buen número de dibujos, apuntes y cuadernos a lo largo de ocho o diez metros de cuneta.
Cuando el viejo y frío autobús me había dejado en aquella parada aún recordaba el nombre del lugar y la razón por la que estaba allí, pero al reparar en los cuadros lo olvidé por completo. Creo que era algún lugar de Rusia, no estoy seguro.
El paisaje, húmedo y silencioso, amenazaba lluvia constantemente y de las pocas y desnudas ramas de los árboles goteaban restos del último aguacero. Salvo el humo lejano de alguna granja aislada no se veía un solo signo de vida.
Los dibujos no podían salvarse los óleos quizá, con un poco de esfuerzo, aunque por el estado en que se encontraban pensé que lo mejor sería acabar el “trabajo” y destruirlos por completo.
Apilé todo el material junto con la poca leña seca que pude encontrar y le prendí fuego. Ardió mal, desprendiendo mucho humo. Era un fuego que luchaba por apagarse y las llamas se quejaban como fantasmas que se resisten a morir del todo.
Durante ese tiempo permanecí inmóvil, sentado al lado de la hoguera, vigilando el progreso del fuego por la superficie de los lienzos, fascinado por los cambios de tonalidad cuando se tragaba los diferentes colores. Todo ello acompañado por una sorda y dulce nana de alientos y crepitaciones de madera mojada.
Finalmente quedó un montón de cenizas que en algunos lugares aún conservaban la forma del extremo de un cuaderno o una rígida plancha de cartón, pero sólo eran ilusiones que cedieron al primer golpe de viento.
Llegó el autobús. Venía de vuelta unas dos horas más tarde. Curiosamente traía la misma gente a bordo y yo me senté en el mismo lugar en el que venía anteriormente. Nadie me pidió el billete.
El viejo cacharro se alejó renqueante por una carretera mal parcheada, avanzando con esfuerzo entre baches y grietas hasta que se perdió de vista.
A esa misma hora, en el otro lado del mundo, el ordenador de un descuidado internauta reiniciaba para evitar un inoportuno bloqueo, causado por la actividad de diversos tipos de virus informáticos en su sistema.
Como consecuencia de este último suceso entre sus archivos apareció uno nuevo: BURNING_ART.EXE
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Publicado el miércoles, 11 de mayo de 2005, a las 10 horas y 58 minutos
[1] Gracias, ojo de la nuca, por mostrarme el camino.
[2] Llego por casualidad y me he quedado prendada de tu bitácora. Soy nueva en estos lares, pero pasaré a leerte a menudo. Un placer.
[3] Arde Wassily. ¿Arde lo inmaterial?
Comentado por
manu | 11/5/2005 21:54
[4] Rendidamente.... Como siempre.
No me canso, pero lo malo es que me he hecho adicta y se me hace poco y me pongo frita esperando entre escrito y escrito.
Gracias y gracias y gracias.
Beso.
M.
[5] Links. ¿Y cuando en mi ordenador aparece una bomba también eres tu?
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