«TRAGIC REALISM». LD & THE NEW CRITICISM
. Como una fanfarria de iluminados. Así se me aparecen en un sueño delirante estos vagabundos con las suelas rotas. Y su disco, como la banda sonora de un cuento macabro en el que la muerte se planta en el quicio de la puerta y nos hace un guiño picaruelo con su sonrisa desdentada. Inocencia erizada de púas, dulces melodías con su dosis de cianuro. De nuevo hay que revisar el libro de trucos y se comprueba que no, no es nuevo. Pero el rock ya no tiene edad para estrenar trajecitos de marinero todas las temporadas.
Dices LD y al segundo alguien te menta a Stephen Merrit. Amigo, colaborador o empleado a sueldo. Qué más da. El caso es que uno le influyó al otro, supongamos que el Magnetic Fields al de las dos inciales, porque a Merrit, por trayectoria, ya se le supone genio del pop, y a LD sólo se le intuye, lo que ya es bastante. Porque no es éste un disco de los que se graban todos los días. Ni todos los meses. Supera con creces la prueba del “tarareo” y se te mete en la cabeza como si tal cosa.
Un disco para cantarle a la muerte mientras te comes una nube de algodón de azúcar. Te lo pones, te tumbas en el sofá y estés muerto. Escúchalo o muere. Escúchalo y muere. Dulcemente.
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