|  | PÉRDIDAS.. ¿Cómo se puede perder los tubos del oxigeno? O mejor dicho: ¿Hasta dónde pudo llegar el individuo que respiraba cada bocanada gracias a ellos, para no perder el sentido? 
 No me lo quito de la cabeza. ¿Cómo puede encontrarme los tubos y al lado no estar el fallecido?
 Quizá antes llego otro paseante y le recogió todo rosáceo y entumecido.
 
 Otro expediente menos inquietante lo formaban el tanga y la salida del garaje. Sobran palabras.
 
 Podría deciros que era rojo y blanco... y que con una rapidísima mirada lo más alejada que me permitió mi anatomía humana, que era barato y sin gracia. Y el hecho de estar donde estaba, implicaba una salida, en todas y cada una de sus acepciones más o menos claras.
 
 Pérdidas.
 
 No se puede perder lo que no se tiene.
 
 A veces, hasta que no lo perdemos, no sabemos lo que teníamos o con suerte tenemos.
 
 Pérdidas.
 
 Las de memoria. Las de los objetos. Y las peores: Las de las personas que queremos.
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 Publicado el martes, 21 de noviembre de 2006, a las 17 horas y 08 minutos 
 
 
 
 
 
 
 
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