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SUDOKU. Cuesta ponerse recta cuando a una la acaban de atizar.
No suelo dar a los que piden - quizá a algunos pena, cuando me ven salir con unos pelos a los que yo defino como liberales y dictatoriales, a veces la excusa es buena: viento de sotavento, o recién salida (de donde sea, da igual) – ¿Por qué?
Sencillamente, porque me han inculcado que eso no les beneficia… pero sobre todo, porque en las grandes ciudades, simplemente nos toman el pelo, y se hacen una trenza.
El caso, es que se me acerca un chaval, del este, y me pide para un bocadillo. ¡Y yo que sé si es verdad! Pero, ¿Y si no ha hecho el cursillo de actor o figurante y resulta que eso es sinceridad?
Miro mi suelto, aunque con lo atado no podría ni ligar, y canjeo dos euros, por un gracias y una sensación de gracia.
De gracia pasajera. Porque mi acompañante se carcajea.
La verdad, he de reconocer, que me pareció mucho la cantidad, y le pedí cambio. ¿Un euro? Aunque reculé, no sé si pensando que sino el bocata sería sólo de pan con pan.
Si mi acompañante se partía el eje. Los de la comida, lo terminaron de arreglar.
Supongo que cuando dicen que lo que hace tu mano derecha que no se entere la izquierda, vale no sólo para la política y el sexo, sino también para el regateo, aunque sea sincero e imperfecto.
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Publicado el lunes, 2 de abril de 2007, a las 1 horas y 26 minutos
[1] Salgamos de esta etapa oscura.
¡Pidamos a la Unión Europea que establezca unas tarifas y justificantes estándares!
Según edad, procedencia... correspondería a
Comentado por
Arturo | 04/4/2007 11:46
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