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LA PUNTA DEL PARAGUAS.. La gente saca punta de las cosas con una facilidad asombrosa.

Y no sólo con las palabras nos entendemos. Vamos a hablar de esto.

Ahora está cayendo una buena en mi ciudad natal. Y como acabo de usar mi condición de peatón, no sólo vengo empapada, sino también calentita. ¡¡¡Muy calentita!!!

Me saca de mis casillas, y eso que las tengo candadas, cada vez que veo venir a una señora, señorita... con su paraguas abierto a cubierto.
Siempre he pensado, en el perro del hortelano, ni comerlo ni dejarlo. Hay que ser egoísta para llevar un paraguas tamaño XXL, e ir andando debajo de las cornisas, del toldado, cuando al lado, la gente se está mojando.

Van con paraguas, pero no te creas que se apartan. Deben pensar que se les va a encoger... aún más el cerebro.

¿Cuántas veces en un día de esos de perros, os habéis calado porque “los del paraguas” se refugiaban debajo del cemento? ¿Cuántas?
Pues yo, ¡Un huevo! Y hoy de nuevo.

Y eso sin entrar, en los que te ven venir y ¡NI SE INMUTAN! Tienen cogido el carril del cemento, y o te apartas, o te expones a que te salten un ojo con la punta del paraguas.

No se que es peor, si chorrear, o quedarse tuerto.

¿Exagerar yo? ¿Después de venir del campo de batalla? ¿Desvariar yo? ¿Después de sentir en mis huesos, no sólo el agua, sino las estocadas? ¡Vamos hombre, que soy una profesional de las escapadas y me tienen traumatizada!

No es que ceda el paso, es que me veo obligada. Llámalo educación o evitar la defunción.

Yo creo que las palabras definen a sus propietarios, porque al arrojarlas o depositarlas nos van mostrando sus bazas. Es cierto, que cada uno tenemos unas cartas, pero yo creo, que como bien dicen, en la mesa y en el juego se ve al caballero, y no es lo mismo, dar, que ¡QUE TE DEN!

No suena igual un saludo dentro de una sonrisa que en una mueca ceñuda. Los gestos definen, muy a nuestro pesar y nos identifican al andar.

Los gestos, el comportamiento... ahí está la verdadera sinceridad.

Se me hincha la vena.
Desearía que las cayera un gotón entre los omoplatos...De esos tan fríos, que más que mojados, parecen congelados.
Soy consciente de que mis deseos no son buenos, porque tampoco lo son mis pensamientos. Y seguro, que mis gestos.

Y con todo esto se demuestra una vez más, que la felicidad es una cadena. Te llega y la das. La tienes y la compartes. Y sin embargo, te tratan mal, y el instinto te dicta, el ojo por el ojo, cuando lo más humano sería cambiar ese que te den, ese culo, por una mano que te da. Culo, por mano. No estaría mal.

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Publicado el lunes, 9 de enero de 2006, a las 19 horas y 03 minutos


[1] Chubasquero. Menos mal que hay sequia. Cierto es que con una estatura de 1.82 los paraguas sacaojos de las señoras mayores y amas de casa en general han estado a punto de entuertarme alguna vez. En esas ocasiones me alegro de ser un gafoso.
Pero es una lastima porque si en el reino de los ciegos el tuerto es el rey, quien sabe si no seria de los directivos de la ONCE.

PD. te haré llegar el regalo por correo. Melchor.
Comentado por El Puñalón | 09/1/2006 20:00






Ilustración de Toño Benavides
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