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ADEREZOS. Esta mañana cuando veía como un perro paseaba a una señora con tipo de botijo y cara de canino (Dios los cría y ellos se juntan), me he montado por unos segundos en la máquina del tiempo al saludar, besar y preguntar, todo en el mismo momento, a una antigua compañera de estudios, disgustos y lamentos.
Podría mentir y ocurrírseme decir que: “Me alegrado de volver a saber de ella”, pero haciendo honor a la gran variedad de hongos y champiñones que hay en el planeta, no puedo dejar de obviar lo patente: Seguía igual de seta.
Odio la falsedad. Me tiran las venas cuando la realeza disfrazada de divinidad levanta las cejas y te perdona por llevar una vida normal y natural.
Estupefacta me he quedado cuando ha derrapado con su cochazo de bebe recién encerado. “¿Qué tal?” me ha preguntado. “Cuanto tiempo” (¿En años pijos o en los míos?. Traduzco: Tres “O sea”, y un “Divino de la muerte. ¡Tía, qué fuerte!” Sería para el resto de los mortales corrientes, algo así como trece o catorce años, dependiendo de lo que tarde una en higienizar su mente.)
Hay humanos que de serie no saludan. Su linaje es tan distinguido que nos hacen un favor diferenciándose con ese grácil levantamiento de cervicales, acompañado siempre con unas torpes cataratas que les impiden vernos y por lo tanto, saludarnos.
Yo he de reconocer que segundos antes del atropello he pensado: “¿Me he puesto un Chanel y no me he enterado?”, para buscar con ahínco después, la cámara oculta o la farsa.
¡Vivir para ver! Años coincidiendo en cafeterías, huelgas y aulas, sin saber por qué no me tragaba, y de pronto, la hacen la cesaría y... o la salieron dos: su hija y la atontada. O al cortar, la amputaron su casta clasista y aborregada.
Me alegro sinceramente que las nuevas “gafas graduadas” la permitan distinguir a la gente. Sólo espero que no estuviera medicada y en la próxima encrucijada me deje clavada.
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Publicado el jueves, 18 de mayo de 2006, a las 17 horas y 23 minutos
[1] Veneno.
Comentado por
Ang-Lo | 18/5/2006 21:17
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