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TELETRABAJO. Te acostumbras sin querer. Casi sin pensarlo. Un domingo por la tarde empleas un par de horas para sacar adelante un trabajo que te cuesta el doble un lunes cualquiera, repleto de llamadas y correos. Otro día vuelves al ordenador después de cenar, y compruebas que tambien entonces aprovechas mejor el tiempo, aunque estés más cansado. Te acostumbras a currar durante los fines de semana y por las noches, pero no dejas de estar frente a la pantalla durante el horario habitual. Y así, un par de meses después, tu vida y tu trabajo se han fundido definitivamente: todos los días y todas las horas parecen laborables: todos los días y todas sus horas son laborables.
Piensan que eres un adicto al ordenador, o al trabajo. Algún enterado te llama workalcoholic. Te da igual. Vuelves al tajo, casi tan satisfecho como el primer día, sin vacaciones pagadas ni días moscosos ni bajas por enfermedad ni pagas extras, pero libre, muy libre, independiente, trabajando en casa, en zapatillas y en pijama, como te da la gana. Los esclavos nunca han vivido tan bien.
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Publicado el jueves, 4 de mayo de 2006, a las 11 horas y 10 minutos
[1] Me llamo Kunta. Kunta Kinte.
[2] Ex Clavo. Y me Ex se apellidaba Clavo.
Comentado por
Gunilla | 04/5/2006 15:27
[3] Atnn. Sr. Pérez. Queja,ja,ja,ja. Se lo dice un teletrabajador más.
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