SENTADAS. No queremos pagar alquileres. Tampoco queremos vivir eternamente en casa de papá y mamá, o con unos colegas. Queremos una casa propia. Nuestra. Pero, por favor, con más de treinta metros cuadrados. Queremos una casa grande. Todos. Puestos a pedir, ya sabemos que luego también queremos otra casa. Con dos nos basta, ¿no? Queremos un chalé, o un adosado, o un pareado, en primera línea de playa o con piscina. Queremos más y más, ¿pero cuántos carecen de un hogar digno y adecuado, de la casa que, según la
Constitución, todos tenemos derecho a disfrutar? Muchos. Más de los que pensamos.
La vivienda, según encuestas, barómetros y otros medidores de opinión, cada día nos importa más, como bien saben los bancos, que nos tienen a todos cogidos de los… créditos hipotecarios, mientras el endeudamiento familiar por la compra de pisos bate récords.
Desde hace tres domingos, un movimiento «espontáneo» (es decir, que no está encabezado, que sepamos, por organizaciones ni partidos políticos) reclama en sesenta ciudades españolas (en Burgos, ayer quedaron en la Plaza Mayor) algo que casi parece una utopía… aunque, como decía antes, figure en la Carta Magna: viviendas dignas. El germen de las convocatorias ha brotado en Internet, en blogs y una
wiki (una página web donde cualquiera puede incluir, editar, corregir o modificar contenidos), y se ha propagado, a través de correos electrónicos y mensajes de móviles, por toda España. En algunos lugares han asistido decenas de personas; en otros (Madrid, Barcelona), miles.
Por ahora, y ojalá que por siempre, las protestas son pacíficas: estas reuniones no son «manifestaciones» para quienes acuden, sino «sentadas». En las noticias que han aparecido se dice que acuden jóvenes. Pero no estaría nada mal que también se apuntaran pensionistas, amas de casa, currantes de todas las edades. Entonces sí que estarían preocupados.