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PALABRAS Y GOLES. Palabras comunes. Palabras corrientes, sin mayúsculas, de uso cotidiano. Palabras de ayer y hoy, y de siempre. Zuri (blanco), urdin (azul), gori (rojo), edan (beber), ian (comer), lo (dormir). Son palabras halladas en el yacimiento alavés de Iruña-Veleia (un asentamiento romano que llegó a contar con 5.000 habitantes, hace 1.700 años). Dicen que son las primeras palabras comunes escritas en euskera. Cuentan que fueron inscritas en ladrillos, cristales y huesos quizá en el siglo quinto después de Cristo, aunque, hasta que se conozcan los resultados de las pruebas del carbono 14, las datan por el momento entre los siglos tercero y sexto.
Palabras comunes, pero que no importan demasiado en estas tierras tal vez porque han aparecido en otra autonomía y en otra lengua. Las fronteras siempre separan. Fueron escritas sólo a ciento y poco kilómetros de la ciudad de Burgos, muy cerca de Miranda de Ebro, de Santa Gadea del Cid, del Condado de Treviño, pero en otra provincia (digo provincia, como antes dije autonomía, sabiendo que uso términos quizá sólo en apariencia asépticos, correctos: casi todas las palabras pueden ir cargadas de significados políticos).
Si las palabras de Iruña-Veleia procedieran de Atapuerca, o si fueran las primeras aparecidas en español, nos tendrían convulsionados por el hallazgo, andarían a la altura del antecessor o de los cráneos de la Sima de los Huesos.
Con estas palabras, tan modestas, ocurre como con otras muchas cosas: nos importan sólo cuando son nuestras, cuando las hacemos nuestras. Pongamos un ejemplo futbolero, ahora que el Mundial de Alemania todo lo invade: sólo cantamos los goles de los nuestros. Pero esta noche, cuando once españoles peguen patadas a un balón en Stuttgart con once tunecinos, no todos los aficionados al fútbol con pasaporte español sentirán que está jugando su equipo. Y eso es lo hay. Eso es lo que somos.
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Publicado el lunes, 19 de junio de 2006, a las 11 horas y 04 minutos
[1] En efecto. Me cuenta un amigo bilbaino, que cuando marcó Túnez se oyó un solo grito en el patio de vecinos: era el vecino tunecino (y rima), que luego, claro, enmudeció.
Comentado por
Peter | 21/6/2006 12:50
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