BURGALESES DE BIEN. Saqué el colmillo cuando cogí el programa de fiestas. Lo reconozco. A ver si puedo repartir más collejas que
Amparo Baró en sus tiempos de Siete Vidas, pensé al volver a casa. Pero, después de una siesta ante la tele, se me contagió la apatía del España-Arabia, el rimo cansino de una tarde de bochorno con los deberes hechos. Si pudiera escribir estas líneas después del partido contra Francia, ganemos o perdamos, me saldría algo más contundente.
Las 64 páginas del programa de los Sampedros me dejaron sin argumentos, empachado de información. Buen trabajo. Además, mundializado como estoy, me encontré con más ganas de discutir sobre el equipo titular de Luis Aragonés que acerca de si falta el Juli o sobra Manu Tenorio.
No me quedaba más opción que hincar el diente al saludo del alcalde. Desenvainé un rotulador rojo, dispuesto a cazar un gazapo, un desliz, cualquier cosa que diera juego.
Primero me fijé en la foto. Con el Espolón y el Arco de Santa María de fondo, Juan Carlos Aparicio aparece, sonriente y veraniego, con una camisa en la que figura el logo de Tommy Hilfiger; pero no le di importancia, a veces vamos haciendo publicidad sin darnos cuenta, incluso a quienes no nos mola pagar de más por lucir un cocodrilo o un jugador de polo. Seguro que cuando retocaron la imagen ni se dieron cuenta, lo habrían borrado.
Leí el texto. Dos veces. La primera, no subrayé nada. Al releerlo sólo me chocó una frase. A cuento de la reina y sus damas, comentaba: «
Serán protagonistas, junto a cientos de jóvenes burgaleses en la ofrenda floral a Santa María la Mayor en esa mañana tan emotiva para todos los burgaleses de bien, en la que el cariño y la emoción se entremezclan expresando el sentir común de todo un pueblo». No me extrañó que faltara una coma, también me las como yo de vez en cuando, sino que hablara de «
burgaleses de bien». ¿Acaso hay burgaleses de mal?