ZIPIZAPE EN EL GULAG. No colecciono ediciones de
Archipiélago Gulag (ni ninguna otra cosa) pero tengo la
versión de Tusquets, me tocó currar cuando
El Mundo comenzó con esta obra una antología—digamos que ése fue el germen de
El mar de Aral— y el otro día cogí prestado —los libros no se roban— uno de esos volúmenes en papel biblia de los Premios Nobel que decoran las casas de nuestros padres y abuelos, y que a menudo nadie ha osado abrir en veinte o treinta años, no sea que se arruguen. El tocho, publicado en 1979 por Plaza & Janés, suma 1.810 páginas. Tres traductores se repartieron el trabajo de traducirlo. Y al menos a uno de ellos, supongo que a L.R. Martínez o a Lucía Gabriel (o, quién sabe, al doctor Vladimir Lamsdorff), le gustaban las historietas de Ibáñez: «
Por supuesto, eso era lo que querían los Azules, que este zipizape empezara...»