¿CINE EN CASA?. Antes veías casi todas las nominadas a los Oscar y a los Goya, además de las que triunfaban en Cannes, Berlín y San Sebastián. Tampoco te perdías las que Carlos Boyero elogiaba, las que te recomendaba tu amigo Mariano y las producciones rompetaquillas repletas de sangre y efectos especiales —nadie es perfecto—. Antes ibas al cine.
Ahora vas al videoclub, alquilas un deuvedé, bajas las persianas, enchufas una televisión de 32 pulgadas y 40 plazos, conectas los altavoces —te niegas a llamarlos «cine en casa» o «home cinema»—... y tu querido retoño comienza a berrear en cuanto pegan el primer tiro. Bajas el volumen. Ahora echas de menos hasta las palomitas.
Así pasas una noche, y otra noche, y otra, y otra más. Cuando se acaba el bono del videoclub no lo renuevas. Y te resignas a tragarte «lo que echen» en la tele. Siempre hay algo. Telenarcotizado, un miércoles deja de importarte que tu equipo pierda. Un sábado no protestas cuando tu contraria quiere empacharse de salsa rosa. Pasan semanas, meses, trimestres. Cambias el calendario de la cocina. Y continúas fiel al salón y al sofá, después de las cenas, aunque a menudo te gustaría abandonar a tu mujer y a tu televisión para escaparte a la última sesión o leer un rato. Pero sabes que no debes abandonarlas. Has pasado la mayor parte del día solo. Necesitas compañía.
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Publicado el lunes, 14 de marzo de 2005, a las 8 horas y 58 minutos
[1] Trabajando fuera. Yo ahora me he buscado un trabajo fuera de casa, sólo un par de mañanas a la semana, tampoco hay q pasarse, para poder ver gente, relacionarme con ella. Los "mantenidos" necesitamos compañía también, no somos tan raros.
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David Gil | 14/3/2005 09:58
[2] Casi real. Muy mantenido, Leandro.
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MB | 14/3/2005 19:05
[3] Como la vida misma. Gracias, Matías. Escribí este texto hace un año. Desde entonces he visto en el cine dos o tres películas.
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