PINCHAZO. Reventó una rueda. Estábamos a unos veinte kilómetros, ya habíamos pasado Lerma. Sonó el pinchazo, solté el libro y me agarré al asiento de delante mientras el autobús traqueteaba y el conductor frenaba. Algún pasajero gritó, pero no corrimos peligro, creo, o al menos no me lo pareció. Cuando nos quedamos parados en el arcén, un agorero le dijo a su acompañante que nos habíamos salvado de milagro pero que ahora podía llegar lo peor, porque nos podían dar por detrás. Sin embargo, vi más sonrisas que muecas. Tres minutos antes dormíamos, leíamos o veíamos una película, aburridos, callados. Ahora todos contábamos por teléfono lo que nos había pasado, lo que nos estaba pasando. Algunos pasajeros hasta charlaban con otros. La situación parecía emocionante. Media hora después llegó otro autobús. Bajamos. Como no llevaba equipaje en el maletero, fui de los primeros en subir. Me senté otra vez en la plaza 21 y continué leyendo. La chica que iba al lado se volvió a colocar junto a mí.
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Publicado el martes, 3 de mayo de 2005, a las 17 horas y 41 minutos
[1] Muy interesante. Por fin! Aunque sólo fuesen unos segundos... el mantenido ha soltado un libro! No crees que quizá por eso la "vecina" volvió. Pero no. ¿En estos mundos tiran más mil hojas que...
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Arturo | 03/5/2005 18:53
[2] suelto. ibas un poco suelto
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4073A1 | 06/5/2005 19:58
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