LA BODEGA EN CASA. Demasiadas veces, los interesados, o no, en el tema del vino, terminamos haciendo un acopio, desenfrenado, de botellas. Esto empieza con los regalos de Navidad de empresa. Antes se hacía así. Allí surgía el primer problema.
Si son conocidos y buenos, empezamos a guardarlos buscando encontrar la compañía adecuada para degustarlas. Nunca la encontramos. Con lo que, tras bajar el listón de los amigos a la familia, esperamos algún ágape que los justifique. Con lo que solemos sacar un peazo tinto, reserva, con unas pobres gambitas y un gazpacho, en plena canícula veraniega, en mangas de camisa. Si la marca no nos suena, terminamos escribiéndolo en un papelito, y lo rastreamos por las guías vinícolas, o en internet. Con lo que, o hacemos lo anterior, o lo damos en una comida de amigos, insistiendo en lo bien que lo puso tal o cual.
La bodega ideal
¿Dónde guardarlo? Si leemos a los grandes del tema, necesitamos un espacio oscuro, no lúgubre. Una temperatura estable entre 5º a 18º, pero sin variaciones que los constipen. Un grado de humedad de un 70%. No menos, que se estropean los tapones. No más, que se pudren. Todo revestido de material que absorba la humedad. Con estanterías aisladas, y con orientación. No es darle un mapa, sino no orientarlo entre Sureste, Sur y Suroeste.
Esto último es lo que más me descoloca. ¿Por qué no pueden mirar, desde donde estoy yo, a Andalucía, Murcia y Canarias? Claro que la teoría de la relatividad todavía no es estudio obligatorio. ¿O es zen?
Tras leer esto, nos damos cuenta que hemos de cambiar de casa o comprar un armario cava. Yo, si nos ponemos puñeteros, llevaría una brújula, un hidrómetro y un termómetro a la hora de comprar vinos. Vamos, la navaja suiza. Y eso no. Que uno de macarra nada.
Tras descartar: la cocina, sobre todo los armarios de arriba, que acumulan calor; los baños, por el exceso de humedad tras las duchas, menudo vaho; el sótano, entre humedades y cucarachas, que se termina estropeando las cajas; el salón no, que se llenan de polvo y los gorrones lo ven; lejos de las ventanas, algunos lo suelen poner en el pasillo. Pero, ¿si hay niños?
La mayoría decide hacerlo en la casa del pueblo o en el chalet. Y, o montamos una fresquera, o lo terminamos poniendo entre las herramientas, el trastero o el garaje.
Compra de vinos
Todavía nos entra el gusanillo del chollo que vamos a comprar. Siempre ocurre. Ese amigo, ver yo que tengo en
www.latabernadeliria.com un grupo de amigos que compran delicias; ese viaje por la campiña que encontramos una bodeguilla deliciosa; la tentación la tenemos cerca.
Aquí van unos pequeños consejos a la hora de comprar vinos, si es que compramos más de la cuenta. Perdón, para guardar. Y siempre partiendo de la premisa que solo unos pocos van a resistir la guarda.
Vinos Blancos
Jóvenes: Los vinos blancos jóvenes, lo ideal es beberlo en el año. Ver 2004 en el 2005. Salvo algunas excepciones como los gallegos, que la mayoría se afina con un año más. Por ejemplo, el Lusco
Fermentados en barrica: Los fermentados en barrica, que se suelen usar para desbravar algunas nuevas, al menos con dos años. Aguantan un par de años, y algunos mejoran una barbaridad. Ver José Pariente. Aquí aplicamos el mismo criterio para los moscateles jóvenes, como el de Ainzón.
Crianzas y Reservas: Difíciles de encontrar españoles. La moda… de los afrutados los borro del mapa. Estos sí que se compran pensando en beberlos a los tres a diez años. Deliciosos borgoñas, que van hasta con carnes a la brasa.
Cavas y Champagnes: Aquí hablamos de los buenos, no de los de cócteles. Fuera de la nevera (¡siempre!) aguantan, sobre todos los reservas, de dos a 5 años. Y pensando que los hay de bañera, de postre, de comida pero siempre de 5 minutos. Comprobado en mi Certina. Tengo tres amigos que sólo tardan 5 minutos en vaciar la botella. Ejemplo: Mas Tinell o Ruinart.
Vinos rosados
Jóvenes y fermentados en barrica. Los rosados no son un mundo aparte. Tienen su consumo, y como todos los vinos su momento. Y los hay deliciosos. Usamos los mismos criterios que para la guarda de los blancos. Cuidado con los Somontanos, sobre todo los de garnacha. Se beben demasiado bien.
Cavas y Champagnes. Rosados, ¡pues sí! Y bien buenos que están. Aplicamos lo mismo que para los cavas y champagnes blancos, que no son más que eso, vinos blancos. Aquí hay que pensar que derivan de la Pinot Noir, como el de Codorniz, muy acertado.
Vinos Tintos
Jóvenes. Cuidado, no hagan como mi querido padre, que le regalaron una botella de Burdeos joven y la guardo la intemerata. Delicioso vinagre, por cierto. Los jóvenes, sobre todo los de Noviembre, los primeros (3 meses de consumo), hay que tomarlos en el año. Aunque algunos, por su acidez, afinan en un año en botella. Ver Protos. Bueno, todos los de esta seria casa.
Barrica (3 meses). Los llamados de roble, tampoco son de guarda. Son para beber en uno o dos años. Aunque sean deliciosos, que lo son.
Crianzas (Más de seis). Siempre he dicho que los crianza deben de durar entre 3 y 5 años. Lo que, por desgracia no es cierto. Algunos lo hacen, lástima en un año. Pero seguimos hablando de los buenos. Ver, si son un pelín ácidos. Un Luis Cañas del 02 sigue evolucionando en botella.
Reservas (Más de 12) Estos ya son los de guarda, propiamente dichos. Estos son los que deberíamos de pensar en llenar la bodega. Deben de aguantar, en buenas condiciones, al menos de 3 a 8 años. Y los hay deliciosos. Conviene decantarlos para beber. Se airean antes.
Gran reservas (Más de 18) Estos son los de larga duración. Los llamados grandes vinos. Deben de aguantar casi quince años. O más. Siempre pensando que tienen que refinar. Amaren, Ysios, Protos, Somontanos para dar y rabiar. España produce una gran variedad de estos
rolls.
Siempre pensando que los vinos se han de comprar para beber.