Dime qué comes y te diré quién crees que eres o de qué vas. Reconozco, desde un primer momento, que sobre gustos hay muchísimo escrito. Y sobre comida y vinos más. Pero aún con el regusto de una Syrah del 2004, del Pago de los Balagueses, todavía en la boca, el ponerme a dictar estas palabrejas me resulta tentador. ¿Voy muy rápido? No, ¿verdad?

Hay gente a quien, a estas alturas de la vida, parece impresionarle una serie de palabras de la llamada gastronomía. Desde aquí mi más sincera enhorabuena. A mí lo que realmente me impresiona es ver la pleyade... No, no sé cómo se escribe, pero suena genial y no lo voy a cambiar... como decía, la pleyade de locos nuevos que están apareciendo por estos fogones. ¿No pones puntos y aparte tú?

Locos, generalmente nada bajitos, que desean y consiguen hacer las cosas con cariño. Hay una vieja pregunta que siempre me obsesiona. ¿Una copita más? Mira que no vas a dar una. ¿Es bueno porque es caro, o es caro porque es bueno? Incluso cambiaría la pregunta: ¿Te gusta porque no te lo puedes permitir? Que si tú te permites qué...? No creo que ciertas cosas les lleguen a interesar a la gente normal. Pon más atención a lo que te dicto y deja de interrumpirme. Punto y aparte.

Mira, que te dediques a mojar tostadas de sobrasada en esa conocida marca de cola no te hacer un genio de la cocina. Ni los petazetas en dónde...? Mira, cállate que no consigo pensar. ¿Que si me importa el qué?

Déjalo ya de una vez, creo que ya lo voy a teclear yo solo. Que no. Que no lo envíes…

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