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NIÑO DE ATREZZO. No paran de parecerme irreales ciertas cosas. Como diría mi padre, que en paz descanse, ¡A donde iremos a parar!

No iba yo paseando por mi barrio, bueno, de recados o encargos por mi barrio, caminando por la Calle San Bernardo, tras salir a esta desde la calleja del Pequeño Cinestudio Magallanes, que en paz descanse (fue allí donde vi por primera y única vez El Acorazado Potemkin, sin decir una palabra ni yo ni ellos (hablo de los del acorazado) y que parece la trastienda a de las meadas de todos los gatos del barrio, y la salida de socorro de las cocinas de un fast-food de la zona.), cuando al cruzar para ir hacia Fuencarral, la calle, no el barrio que pilla un poco lejos de la zona donde estaba yo deambulando, de recados, por cierto, que menudos recados chorras ha de hacer uno de vez en cuando por la parienta, que como vas por la zona, si vivo en ella pensé yo, pues te acercas en cinco minutos, y dándote la hora exacta de salida y casi la llegada, y me compras unos huevos de poliuretano para hacer unos huevos de papel maché, cuando cabizbajo, que uno iba enfurruñado por lo tonto que es uno de dejarse pillar para estos recados tan chorras, me percaté de que en una tienda de la esquina, creo que moderna de muebles, o de muebles modernos, de esos para casas grandes montadas en plan minimalista, uno por acá y el otro mas allá, me percaté en la presencia de un infante, bastante nano.

-Mierda, a lo que hemos llegado- pensé yo- Ya ponen niños de verdad de figurines para atraer la ¡atención de los embrutecidos paseantes.

Lo cuál me llevó a hacer una parada en un bar que hay justo del otro lado en la calleja. Ya sé. Enfrente hay una librería, que siempre está vacía, de esas de biblias y demás cosas de la iglesia de enfrente. No. Allí no fue donde me metí a tomarme un café. Pero claro, a la hora que era, ya no me iba a tomar un café. Claro, siendo sábado, pretendía darme una siesta, o planchado de ambas orejas, antes que otra cosa. Así que ofuscado que iba, me pedí una caña y una de churros.

-Esta usted seguro.- Me declamó el señor camarero, con lentitud de Chamberí.
-A estas alturas de la vida de nada caballero. Pero póngame una tapita de callos, que entre hacer el mastuerzo, y poner niños de atrezzo, ya no sé donde iremos a parar.

Por cierto, que tras explicarle el tema, el niño no era de atrezzo, sino hijo de uno que trabajaba allí, y no había podido colocárselo a nadie esa mañana. Pelín mejor me encontraba. Así que me tomé otra birra para brindar por la humanidad renacida, y de paso una tapita de bacalao con tomate, un pelín recocido para mi gusto.

Y en esas estaba yo, saliendo al mundanal ruido, cuando sonó mi móvil para preguntarme si ya lo había comprado. ¿El qué? Pues el encargo. Que iba a ser, cuando en un callejón que da a Fuencarral, donde antes había otro cine, por cierto difunto y derruido, me encontré con que alguien, o álguienes, habían pintado dos caras enormes en la casa de al lado. Entre los ladrillos. Así que un día de estos me acerco a hacerles una foto para que alguien lo vea.

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Publicado el miércoles, 29 de marzo de 2006, a las 18 horas y 46 minutos


[1] RIP. Te has dejado un "que en paz descanse" después de San Bernardo, que no fue un personaje de ficción (incluso apadrinó perros alpinos).
Comentado por Peter | 30/3/2006 08:55 | www.bestiario.com/letras
[2] Nosé. No era el Santo del Coñac?
Comentado por Pasabaporaquí | 30/3/2006 20:03






Ilustración de Toño Benavides
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