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HA HABIDO ALGÚN QUE OTRO COMENTARIO MALINTENCIONADO,. lo sé, con respecto a mi edad. No me da miedo, ni vergüenza reconocerla. 46. Y lo que pasé la semana pasada fue uno de mis ciclos de pensamiento egoísta, estúpido y autocrítico. Lo que normalmente me suele dejar en una crisis melancólica.
Pero eso se suele arreglar. Y el pasado domingo, habían tenido a bien invitarme a una cata de Syrahs. En Campo de Criptana. Lo malo era que tenía que levantarme a las 8 de la mañana, lo cual no son horas de levantarse un domingo. De acostarse tampoco, a no ser que uno venga ya desayunado.
Amaneció un día espléndido. Fresquito, pero con unas pocas nubes punteando el alba. El horizonte se me fue despejando con el segundo café. Y la teoría era no llegar demasiado temprano, para no ser molesto, ni tarde, que piensen que eres una vedette del retrete. Se que no quiere decir nada, pero es que rima, y tras la melancolía viene el verso. Lo que no sé que es peor.
Llegando por la Autovía de los Viñedos te vas empapando de inconmensurables campos cargados de vides, que a estas alturas del año ya están más que brotando. Tras ir camino de los molinos, donde hay, un restaurante bastante bueno, y con terraza con vistas al llano de donde venía, me desvié hacia la Ermita de San Isidro.
¿Y que vieron mis ojos? Una romería. La cata se hacía en un pequeño paseo arbolado que desemboca en la ermita, o en los olivos. Depende de donde venga uno. Casetas de bebida, juegos y arboleda. Vistas a la nada pequeña ermita. Una hilera de mesas con vinos a los dos lados, unos veintialgunos conté yo. Y todo rodeado por una veintena, no menos de fuegos de encina, en las que estaban preparando, afanosamente, los hombres de las familias unas calderetas de cordero. Y eso, entre el olor a monte, a brasas, carnes, y romeros que había en la zona, como que daba una envidia…
Si luego dicen que si los urbanitas vivimos bien. Anda ya.
Tenían preparados un montón de catavinos. Y al modesto, ridículo precio de un euro la copa, uno ya podía proceder a catar todos los caldos. Y todos de la Mancha, se me olvidaba el detalle. Aunque no todos los de la Mancha.
Ante tamaño despropósito, lo primero fue ir a saludar a Don Javier, que era quién me había invitado. Socarrón, y de sonrisa perpetua, a lo que realmente me había invitado era a una caldereta. Y yo, entre guiños quise saber cual de todas era.
-Tranquilo cocinero, que sin comer no te dejamos.
Tras tan amable recibimiento, me dediqué a catar cuantos caldos había. Repito, a catar, que eran las 11 y media, y había mucho tiempo por delante.
Procedí delicadamente a perfumarme las narices, y saborear con tiento, todos y cada uno de los caldos. No todos me convencieron, que uno ya tiene sus gustos, pero la calidad media era muy alta. No se lo negaremos. Y 5 o 6, excepcionales. Y aunque me faltaba uno para redondearlo, tampoco nos íbamos a mosquear por un numerito de nada.
Bueno, a todo esto, un lugareño le había preguntado a Dº Javier por mi. Era el único con chaqueta. Siempre dando la nota. Y eso que de saberlo me hubiese ido en vaqueros, que era lo que realmente pedía el día. Y esto, que el muy guasón le informó como que yo era un entendidísimo de vinos venido de la capital del reino. Lo que me procuró una anecdotilla ligera. Ya que una partida de Manchegos iba siguiendo mis evoluciones, hasta que uno dijo:
-A este paso no llegamos al final. Como trinca el tío.
-¡No! Si el no se las bebe enteras- contesto otro- solo nosotros que nos las llenamos.
Resumiré. Porque lo bueno aconteció a las 3. Los señores de la Cofradía de San Isidro, que además de poner un mulo para sacar agua de un pocillo (se que no se llama así pero se que no es una alberca, no es…) se habían puesto manos a la obra, y en lo que debió de ser las dependencias del cura, en la chimenea habían trajinado una caldereta que quitaba el hipo. Sencillamente deliciosa. En su punto justo, y con todo, y sin falta de nada, que decía mi señor yayo.
Y aquí nos pusimos, a trasegar vinícos y caldereta. Pero que vinos, y que caldereta. Solo por eso merecía la pena haberse levantado a las 5 de la mañana, y hacer el camino a pié. De rodillas no que las tengo chascadas.
Más de uno se preguntará que vinos me gustaron. Y yo, lo que no quiero es quedar mal con ninguno, y no tome apuntes. Pero el de Castilblanque, el de los Aljibes, el de Manzaneque, Vallegarcía, Dehesa del Carrizal, y alguno más estaban de llorar. Y lo estaban, porque yo ya había contado los asistentes. 35. Y las botellas. Pocas. Y ya temía que ocurriese como una hora antes, cuando el rosado de los Aljibes había desaparecido. Y eso preocupa a cualquiera.
Pero hubo, mucho y bueno.
Así que no me queda más que poner un pero a todo esto, antes de darles las gracias a todos y cada un o de ellos. Y es que el año que viene queremos que la cata sea de Syrahs y de calderetas. Desde el primer momento.
Tome nota Dº Miguel Angel. La idea se la doy gratis. PRIMER CONCURSO MUNDIAL DE CALDERETAS. Y yo de jurado. Si lo hace, prometo pasar la noticia con anticipación. Esto le quita la depre al más pintado.
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Publicado el lunes, 29 de mayo de 2006, a las 18 horas y 07 minutos
[1] Anda qué!. Para estas cosas no avisamos. A una cata nos deberíamos poder apuntar, digo yo.
Comentado por
Elena | 29/5/2006 18:24
[2] Respuesta. Digo yo que sí! Las catas, a noser esta en la que yo estaba invitado, las anuncio en www.latabernadeliria.com
Comentado por
miguel | 29/5/2006 18:26
[3] Qué fuerte te leo por casualidad, tras pinchar en un blog, que me lleva a otro, y este último al tuyo....y de repente se me clava la mirada en tres palabras en medio de un texto: Campo de criptana....mi pueblo, mi infancia......que curioso!!!
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