Me llamo Eddi Vansi.

No recuerdo desde cuando. No recuerdo tampoco por qué.

Cuando me escapé a Madrid me llamaba de otra forma, un nombre cualquiera de esos que tiene todo el mundo; pero una noche de aquellas primeras noches madrileñas alguien, en un bar, o algún borracho desde una acera a otra acera gritó: ¡Eddi Vansi!..., y yo..., volví la cabeza.

Sí, así fue. Y si no fue así, ¿qué más da? Lo cierto es que me llaman Eddi Vansi y que ese nombre es tan mío como mis jodidas deudas.

El resto se resume en pocas líneas.

Me crié en Granada, una Granada que ya no reconozco, de tanto como he cambiado.

Vino la escuela, la calle salvaje, mis primeros pasos detrás de las mujeres.

Vino la facultad, y Cleo, y Miles Davis.

Luego la boda con Marta y todavía y el hastío.

Y Cleo.

Y mi amigo Ismael como testigo delator de todas mis vidas.

La botella como musa de todos mis delirios.

El trabajo porque que no me queda otro remedio.

Las mujeres.

El sexo.

La escritura...

Y si esto no es un resumen de mi biografía, que venga Dios y la rescriba, si tiene huevos.

eddivansi@bestiario.com