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EL LUGAR PERFECTO. Le he dicho a Marta que podríamos darnos unas vacaciones y bajar a Granada, una ciudad que es mi ciudad, y que en primavera invita a perderse, a redescubrirse, a darse una nueva oportunidad, en definitiva.
A Marta le da igual, a ella yo creo que todo le da igual, porque es una especie de estoica, y porque sus ocupaciones, tales como ir a Tai Chi, a sus tertulias de marujas literarias y tal vez a sus amantes, pueden posponerse sin que se altere su existencia.
Por mi parte, ya he hablado con mi jefe para cogerme unos días. Así que, si no pasa nada, celebraré el primero de Mayo en algún rincón del Albaicín, que es la excusa y el lugar perfecto para volver a ver a Cleo, una jodida Cleo que me escribe puntualmente cada dos semanas como para confirmarme que sigue viva y que me sigue, que sabe dónde encontrarme si quisiera y que continúa al acecho.
No sé si lo que busca esta mujer es recordarme que sigo siendo el hijo de puta que no supo esperar su vuelta, pero lo que consigue, sin duda, con su lascivia epistolar, es que la úlcera vuelva a estar en el número uno de mi ranking particular de dolencias.
Quizá sea la edad, sí, o la ginebra, o que ninguna mujer sino ella me ha satisfecho, pero a estas alturas de mi vida no me perdonaría no volver a verla.
Lo que me extraña de esto es que, siendo Marta consciente de mi debilidad patológica por Cleo, acceda sin traba alguna a que me encuentre con ella, a que la vea, a que me la folle en una especie de afrenta personal con el destino.
Puede ser que también Marta tenga su “Cleo” particular del que nunca me haya hablado, o algún amante que devore sus noches en vela, o simplemente, que me quiere, que no quiere perderme, y que sabe que Cleo es mi verdadera mujer, y que nada puede hacer contra eso.
El único fallo de Marta es que estuvo en el momento equivocado en el lugar donde no debía, y que aparecí yo en su vida, para colmo.
Yo a ella la quise, la verdad, y tal vez la quiero; pero ya no sé si por egoísmo, por comodidad o por pura desidia.
Ella lo sabe y creo que, a su manera, lo acepta.
En fin, tampoco entiendo mucho a las mujeres, así que no voy a darle más vueltas.
No sé si soy o no soy un cabrón, ni me importa; pero no obligo a nadie a estar conmigo, ni me aguanta quien no quiera aguantarme.
Iré a Granada y veré a Cleo.
Tropezaré de nuevo en la misma piedra, con la misma mujer, al fin, con dos cojones.
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Publicado el viernes, 31 de marzo de 2006, a las 23 horas y 32 minutos
[1] A Granada... se vuelve siempre.
[2] En ese caso.... Me pondré las lentes de "ver bien" y buscaré algún sujeto con tirantes, sombrero y chaqueta al hombro por los callejones del Albaicín...
Eddi Vansi en Granada y yo con estos pelos...
[3] estoy de acuerdo. Eddy estoy de acuerdo nada como volver y disfrutar que tengas suerte y merezca la pena
[4] Cine Negro. El criminal siempre vuelve al lugar del delito...
Comentado por
El Puñalón | 03/4/2006 08:07
[5] Con dos pares. No hay nada como echarle cojones cuando la verdad axfisia y el recuerdo aprieta. Espero que todo vaya bien, o al menos que salgas airoso de tu encuentro. Por cierto ten cuidado Malditos Tacones que seguro está al acecho. Estuve hace unos días en Granada y no la ví, pero siempre tuve el presentimiento de que estaba cerca.
Un saludo
[6] Granada. ¡Qué recuerdos!: La primera vez que fui atraida por su embrujo me atracaron a punta de navaja a dos calles de la Catedral.
La segunda, en plena ascensión a la Alhamba, me vi rodeada de gitanos agresivos y chillones y ni la milagrosa aparición de un coche de policía me quitó el miedo del cuerpo.
Oh Granada, cuánto te echo de menos, pero yo no vuelvo a no ser que me acompañe el Capitán Alatriste.
Saludos a todos. Me perdí.
Comentado por
Cibeles | 06/4/2006 17:23
[7] La mexicana. Que ganas las mias de cachondear en Granada!!!!!
Comentado por
Karla
| 23/4/2008 19:24
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