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SUEÑOS (II). Otra vez volví a acordarme de un sueño, y otra vez no es algo demasiado normal que digamos.
Esta vez hay un restaurante de lujo, mucho lujo. La gente hace colas interminables, espera meses e incluso años para ir. Es lo mejor, inimitable, inexplicable.
Antes el restaurante estaba en otro sitio, y una vitrina te recibía al entrar. La gente se acumulaba ante el cristal, y se pasaba el tiempo que le dejaran mirando al interior. Hubo que contratar unos trabajadores especiales sólo para controlar el tráfico, y evitar que las personas colapsaran la entrada.
Ahora no, el restaurante se ha podido permitir el lujo de cambiarse de sitio, y la vitrina se puede perfectamente desde todas las mesas. Dentro de ella, el espectáculo, aquello por lo que la gente espera, paga y va.
Pero en el restaurante de mi sueño la estrella no es el cocinero. La gente no va por la comida, ni por cómo hacen la comida. La gente va a ver al friegaplatos.
Como muchas veces pasa en los sueños, sabes más cosas de las que ves, y muchas de las cosas que ves y sabes, no eres capaz de explicarlas. No sé lo que hacía el freganchín, ni qué tenía de especial, así que no puedo explicar más.
Fin.
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Publicado el jueves, 15 de febrero de 2007, a las 23 horas y 44 minutos
[1] Orkut. me acabo de levantar, no me hables de sueños
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