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FRUSTRACIÓN. La operación había terminado hacía poco, y comenzaba a despertar. Sintió un picor en la garganta, y quiso tragar saliva.
¿Qué sucedía? Él era el que estaba al mando. Su cerebro daba la orden, él sentía cómo los mensajeros la llevaban hasta su destino, incluso recibía la respuesta de misión cumplida. Pero la boca no se había cerrado, la saliva no había podido ser tragada, y el picor seguía ahi.
La anestesia. Era eso, seguía parcialmente paralizado, la mandíbula no quería moverse, los labios no hacían el vacío que debían, y el ciclo no se podía completar. Y los intentos producían unos sonidos cuando menos ridículos.
Intentó que la mano obedeciera, para taparse la boca, succionar y matar el picor, y lo hizo, pero el brazo no. A los ruidos se unieron unos movimientos que no reconocía como suyos. Y la mano terminó por caer de la camilla, a la increíble distancia de un brazo.
Tan lejos y tan cerca, su cuerpo seguía con él, pero amotinado. No respondía, o respondía mal. Todos sus intentos terminaban en fracaso. Pero ya no estaba solo.
Continuó con el espectáculo. El público de blanco reía sus gracias, y la frustración brotaba de sus ojos.
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Publicado el viernes, 31 de marzo de 2006, a las 4 horas y 02 minutos
[1] Se ha pasado ya por... el blog de El ojo en la nuca? Creo que le va a gustar. Saludos.
[2] Lo hago. Habitualmente. Pero por desgracia él ya no lo hace, así que le echo de menos. Sr. Ojo, escriba, haga el favor...
[3] Cierto. Además, el relato del Acorazado promete (novelita corta).
Le he dejado un post en Mi vida como un chino.
Saludos.
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