¿QUIÉN SOY?. No es que los enanitos a los que llamamos niños tengan personalidad múltiple, es que les encanta ser lo que admiran o lo que les hace abrir la boca cual sucursal de correos móvil.

Antes aciertas un décimo de la lotería, que la identidad de mi sobrino.

- ¡Hola!, ¿qué tal en el cole de los mayores?

- No soy un niño, soy un tigre.

Sería genial que los achacosos y degenerantes individuos en los que nos convertimos, nos tomaramos un minuto al día para pensar en quién somos, y en quién nos gustaría ser.

... ¿Vamos al parque, tigre? ¿Nos llevamos la moto?

- No quiero la moto, soy "Rayo McQueen"

Si hoy me preguntaran: ¿Tomamos un café, guindilla?", debería responder: "Soy Robin Hood, y antes de tomarme un respiro, voy a cambiar unas cuantas injusticias".

Siempre me ha gustado soñar.

ES CUESTIÓN DE TAMAÑO. En el parque una señora con tamaño de culo XXXL con ampliación (celulitis y mala circulación), se empeñaba en aposentar sus enormes posaderas en un espacio en el que una moneda, lo máximo que podría aspirar es de canto y ¡a duras penas!.

En la playa, un enorme foco (o acaso no se llama así, el marido de la foca) crea horror al salir del agua embutido en un tanga de recien nacido.

¡Con esos pelos como escarpias que despuntan y piden a gritos una escafandra!

Siempre es cuestión de tallas.

Aunque también, del tamaño del órgano en cuestión. En este caso como en otros, del cerebro.

HAY QUE LUCHAR CONTRA LOS RADICALES LIBRES.... contra el envejecimiento. Eso nos taladran las revistas en todo momento.

Contra las arrugas, los surcos y los canales sin agua.

Contra los tejidos adiposos, las celulas muertas y todos aquellos signos que delatan el paso del tiempo y tu momento.

No quisiera despertar un día y ver a individuos recién pasada la ITV (Idiota en Transito a borrego Virtual) con sus kilos de colágeno en culos, pechos, caras y espaldas. Con sus alargamientos de miembros, porque con el paso del tiempo... ya se sabe encojes y te decapas. Con miradas plásticas, y sonrisas estáticas.

No me gustaría tener que dedicar al día, cinco minutos a "hacer la plaza": cápsulas de vitaminas y sirope enriquecido de algas de Malasia. Y con la minis chocolatinas que tengo en casa, que sustituyen comidas, bebidas y hasta la gracia. ¡Ya tengo las comidas solucionadas de toda la semana!

Hay que ser expresivo. Natural. ¡Como las berengenas moradas!. A mí que me dején en paz. Y desde luego como sigan así, habrá que luchar contra los radicales que se creen libres por prodigar una cultura de chichinagua.

MIENTRAS EN EL MUNDO.... se falsifican documentos, en las pasarelas nos espantan las modelos.

Nos llegan los cayucos, los vientos huracanados, las ofertas 2X1, y por supuesto, la depresión post-parto vacacional.

Y es que es cierto, en vacaciones partes tu vida en dos, la que dejas aquí, y la exuberante que se queda ahí tumbada en la playa junto a la terraza.

No he visto "Volver", pero lo he sentido. Y reconozco que tienen razón los de los turrones: Eso de volver a casa te da un subidón de azúcar, que vas y les abrazas.

HAY PERSONAS QUE TODO LO RADIAN.... Me voy a lavar las manos, luego voy a por ir a la terraza a ver las flores... tengo un grano en el cuello... ahora vengo que me voy a "hacer del cuerpo"...

Son como un serial aburrido. Tediosos y monótonos hasta decir B A S T A!

En cambio los hay, porque haberlos hay-los, que son como tumbas. Como lápidas: fríos y mudos.

Qué razón tuvo aquel funambulista cuando dijo: "En el centro está el equilibrio"

El roce hace al cariño. Y en algunas ocasiones tanto rozamiento produce ampollas y hasta heridas.

Pero estaréis de acuerdo conmigo que la distancia es el olvido. Y si no te tocas, ni te ves, ni te rozas... pululas más sola que una ameba en una manifestación de morsas.

CUANDO UNA ES UNA ENANA.... algunas personas las ves como Diosas. Con ellas, todo es posible, y sobre todo, pueden con TODO y con TODOS.

Son tu padre y tu madre, tus abuelos, tus tíos. Aquellos a los que de pequeña ves perfectos, poderosos, insuperables, únicos, y sobre todo, auténticos fenómenos.

No conoces los adjetivos. No tienen nombre esas palabras, sólo están en el corazón y en tus ojos.

Quizás de pequeña las asemejaba con Superman. Con el Equipo A, o con MacGyver; o quizás, rebobinando aún más, con Tarzán.

Yo siempre sabía que podía confiar, siempre sabía que nada nunca acabaría mal.

Ahora con carné de conducir - y con unos cuantos más - sigo viendo en ellos, a esos fenómenos a los que antes llamaba Melchor, Gaspar y Baltasar.