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TRES AÑOS: UN TRIÁNGULO. Tres años, pelito rubio, todo salero. Tres años: la habitación oscura, las pesadillas...
—Despierta, cariño. Otra vez llora.
Una caricia, le arropa y le canta el estribillo de siempre: un consuelo de segundos.
Vuelve la oscuridad. Una boca enorme se ríe salvajemente, le engulle y escupe con asco. Surge entonces, de ninguna parte, algo que le clava las uñas en una pierna y en el brazo. Está sujeto, incapaz de huir. Y sus gritos le ensordecen, pero nadie acude. La bestia, lentamente, le muerde por todo el cuerpo...
—Lola, escucha, que sigue berreando.
Adormilada, regresa. La bombilla encendida y la maternal voz han ahuyentado los peligros, pero en sus ojos permanece el terror. Tiembla, y la leche caliente y la tetilla de goma le distraen de las visiones horrorosas porque Lola, apresurada, casi le ahoga con el biberón.
Ella retorna al lecho, mientras él comienza a sumergirse en una masa viscosa poblada de ratas y peces con dientes. Sin saber por qué, sufre, se retuerce, cien dolores asaltan su razón.
—¡Eh, mujer! Que va a despertar a todas.
Pero Lola ya no puede levantarse, no puede. Jura, se caga en los padres de la criatura, y hunde aún más la cabeza en la almohada cuando brotan las primeras lágrimas.
A Luis, sufrido camionero que por enésima vez pernocta en el club, no le gusta meterse en camisas de once varas. Pero los berridos del pequeño y los lagrimones de la mujer le conmueven. Se levanta de la cama dispuesto a calmar al chaval, y piensa: «Joder con la Lola, además de puta, mala madre».
Publicado el jueves, 1 de febrero de 2007, a las 15 horas y 33 minutos
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