NO ME TOQUES EL PITO QUE ME IRRITO.. Pueden lucir barba sandokán, cabellera blaxploitation o tuneado Schwarzkopf (nada que ver con el generalito golfo), pero jamás se ha consentido que un jugador de fútbol gaste calva.
Porque un calvo es un indocumentado capilar, un reflejo de flash, carne de anuncio de una marca de chopped (pork) elaborado por una empresa familiar de Cuenca.
El cordobés Dertycia, por ejemplo, tuvo más suerte y llegó a jugar en el Cádiz, el Tenerife y el Albacete (Balompié). Antes lo había hecho en la Fiore, con la que ganó el Scudetto (ahí estaba, al lado de Mister Proper, Roberto Baggio, claro) en la temporada 89/90. Y precisamente en Italia nació
Pierluigi Collina, el probablemente mejor árbitro del mundo (mundial), que deja la hierba porque no le dejan pitar tras haber firmado un contrato publicitario con una marca de coches.
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Hemos perdido todos –ha dicho él.
Los pelos y la vergüenza, añade servidor.