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MAYDAY, MAYDAY.... Mientras preparábamos el inminente concurso sinogastronómico en la embajada de Chinaflat en Madrid, Chinapress informa nos pasaba un indigesto despacho de última hora: en mi portátil se ha colado un dragón rojo con un rabo descomunal que se ha zampado todo icono imaginable que poblaba mi escritorio. Mientras solucionamos los problemas generados por el correoso bicho, uno se conforma con la recomendable escucha de los Mando Diao ( You can't steal my love) o de los Homens, The ( Amor e non acrobacias).
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Publicado el viernes, 16 de septiembre de 2005, a las 16 horas y 42 minutos
[1] the orient flat.... matias,
no me creo que vivas con 5 chinos. Todo es una gran falacia. Yo vivi durante tres meses con dos chinos, un japones, un koreano y una vietnamita. Estuve a punto de morir varias veces de aburrimiento supino (y alguna vez apestada por la comida del koreano).
Ahora me acabo de cambiar de casa, mi unica condicion era que no hubiera ningun ser de ojos rasgados a menos de 20 m de distancia en cualquier direccion. Lo he conseguido. Soy muy feliz.
En mi favor dire que adoro a los tailandeses e indonesios, aunque tengan esos ojitos tambien.
Si es cierto, tienes que ser una persona con una gran fuerza de voluntad, te admiro y te respeto.
[2] Bondadosa Manuela. Chinaflat es como Mao: se tiene fe en él o no se tiene. Chinaflat también es amor (El libro rojo de MB lo dice, Hu Jintao lo bendice): uno está locamente enamorado, pero es absurdo explicar por qué. Chinaflat, Manuela, es un apartamento de sesenta metros cuadrados situado en Old Street, Londres, a diez minutos andando de la estación de metro homónima, a once de The Foundry (probablemente, mi bar londinense favorito), a veintitrés de Brick Lane, a quince (en tube) de Camden Town (donde viví, concretamente en Belsize Park, con dos -y antes tres- eritreos y un kurdo iraquí) y a unos veinticinco (en bus) de Leiscester Square. La calle y el edificio (típico block obrero de la zona sur de Hackney poblado por negros, por seis amarillos -porque tiene usted razón, no vivo con cinco chinos sino con seis, desde la llegada del Taiwán Lover: léase la sección Litelarús Achinado- y un gallego blanquito como la leche), la calle y el edificio, decía, no importan.
Evidentemente, los nombres de mis chinos no son los reales, sino que responden al bautizo bruñulfiano al que les sometí nada más llegar. Pero también le digo que los nombres por los que se hacen llamar tampoco tienen nada que ver con sus nombres chinos, algo que, como usted bien sabe, le sucede a todo chino que vive en, digamos, Occidente: me llamo Joe cuando en realidad eres Juanchujuanchu.
En fin, que esto es lo que hay. No se tome esto como una prueba de nada, porque ya le expliqué lo de la fe. Ahora bien, Carlillos, uno de los lectores de esta página y amigo de su autor, vino desde su Cádiz con amor para descubrir qué era esto de Chinaflat. Sus comentarios están perdidos en este blog y en ellos da cuenta de su experiencia rasgada.
En cuanto al mérito de vivir con seis chinos, qué le voy a decir. Mi vida como un chino no se limita a vivir con chinos, pues el ochenta por ciento de mis amigos son británicos, además de contar con colegas irlandeses, franceses, italianos, japoneses o brasileiros.
Me despido ya. Un día de estos sigo repasando su página homenaje a esas mujeres pérfidas, manipuladoras y arpías.
Atentamente rasgado,
Matías Bruñulf
Comentado por
Matías Bruñulf | 17/9/2005 21:38
[3] Estoy pensando que su comentario y mi respuesta se merecen dos post.
Comentado por
Matías Bruñulf | 17/9/2005 21:43
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