[1] Claro. que tenías (y tienes) madera y agua salada!
Buen viaje!

[2] Que potra!. Eso é boa puntería :) Atoparse cun concerto de The Gift sen busca-lo :D

O ben que che vai prestar unha Estrella Galicia cando chegues despois desa viaxe ó redor do mundo (ou case)

[3] O chico, oh grande.

[4] Saiba vocé.... ...que o amigo Roi lle dedicou Amor e non acrobacias o sábado pasado na Iguana viguesa. Xa lle contará...

[5] Ayss, y no me llevarás a mi a Compostela que hace tanto tiempo que quiero volver y no consigo ir por una cosa o por otra....

[6] Oooh (escoito ríos de bagoas). Gracias, moitas gracias: Roi, Martin, The Homens...

[7] Compostela, Compostela. A ver se os Homens invitan a un quinto en Santiago mañán...

[8] He oido quinto?. De estrella (tamén vale mahou), e de tercio. Diga onde e cando. Ten abaixo o meu correo (o de Martin creo que xa o ten). Fantastich!

[9] Soo Wong. Soo Wong tambén lle dedicou unha Estrella Galicia, un té do xasmin. pero Soo Wong nunca chega despois de sair. pero gustalle mais un té quente nos bares do altantico o un café del temps dels costes catalans y caps negrets del mediterrani. Cordialement.

[10] Faga o favor.... ...de avisar se se pasa por DC, que é o que deduzo.

[11] Cara Hunot. Precisamente en el Atlántico, océano y bar, quería yo apurar las olas de espuma dorada.

[12] Pero... estimados Martin y Roi, estiven o mércores mais non dei sinais de vida porque estaba escarallado (do estómago) e limiteime a tomar dúas augas e retirarme cedísimo. Prometo chamar e quedar a próxima vez: nadal do 2006.

(E, nembargantes, rima).

[13] Tomámoslle a palabra. Voulle facer unha pregunta, creo, bastante estúpida: parecese vostede en algo ó lector do Times que zampa carácteres chineses? Ten barba, polo menos? (por certo, están moi ben as ilustracións do bestiario)

[14] Hoxe parézome bastante. O venres pola mañá, bastante menos. Pero a coña da ilustración (sí, Toño Benavides é moi bo: visite El ojo en la nuca e vaia logo á súa páxina persoal), a coña, decía, é que Manuel Rodríguez, editor de bestiario.com, díxolle a Toño que fixera unha caricatura miña, pero él facía moitísimo tempo que non me vía e na verdade fixérao poucas ou unha vez. En fin, mandou o debuxo e Manuel díxolle: sí, está ben, pero píntalle unha barba. Cómo, preguntou él. Así, como a dun talibán.

A verdade é que non chorei cando a vin, pero alucinei co retrato robot que me sacou o Benavides;

Joder, cómo me lío. Apertas.

[15] De vuelta. a Beijing, triste ciudad, tras haber contemplado budas excavados en cuevas y monasterios colgando de una ladera vertical de una montaña.
Para el budismo el encuentro con la divinidad ha de ser arduo y suponer un esfuerzo físico e interior. Merece la pena.

[16] De vuelta a SP... y con el chiringuito abandonado.

[17] Soo Wong. Nieve. Soo Wong y los copos, el campo de le meseta se cubrió de nieve y Soo Wong saborea un cafe con leche Pascual y un croissant con grasa de cerdo; Soo Wong cierra el libro de Yukio Nishima mientras caen los copos.

[18] Soo Wong se metió en el tren de cercanías en Menendez Alvaro para las delicias de Delicias, un recuerdo como las magdalenas de Proust. El abuelo llevaba un abrigo gris que se combinaba con su camisa gris de cuadros. Sacó un cuchillo y abrió una nuez con la punta de su cuchillo. Mientras esperaron el tren el abuelo sacó las nueces con la punta de su cuchillo y soo Wong se quedó contemplando la vejez.

[19] Señor Matías. Señor Matias
Soo Wong se enteró hoy que usted encontró a Mar,y que también es una empedernida viajera, una de las chinas que compartía piso con gente del atlántico y del mediterráneo asi como de las tierras, una epoca de enbajadores.

[20] Cara Hunot. "Yo a ti te conozco", me dijo. "Soy Matías. Matías Bruñulf", respondí. "Ah, sí", replicó, aunque luego se confundiría cuando mencionó el nombre de la persona que mediaba entre nosotros, a través de la cual nos habíamos conocido. Le corregí, recordándole el verdadero nombre, que ahora me suena a bela, como si fuese italiana, portuguesa, quizás bretona.

Pero antes, ella me invitó a un café, me dijo si quería comer algo, me mostró una bandeja invisible repleta de viandas y sólo acerté a responder, acercándome a ella, en voz baja:

- Es que me da vergüenza.

Como un niño.

Sea como fuere, no tenía dinero. Recién llegado a la nueva Terminal 4 (me gusta) de Barajas, me encontré con un hueco por cajero automático y con apenas cuarenta reales en el bolsillo, billetes que me gastaría, como un rey, de regreso a Brasil, en Copacabana. Tenía que esperar casi diez horas en el aeropuerto y, aunque tardé en decidirme, pensé que, más allá de la carretera, estaba la arena. En fin, que acepté un café con leche y unas galletas, doradas, que humedecí cuando nadie me veía.

Hablamos. Pensé, una vez más, que todo es pequeño. Hacía siete años, por lo menos, que no la veía, y me habló de su dilatada estancia en Ecuador, de sus doce meses en Belice.

La vi muy bien y le comenté que me extrañó ver a unas azafatas de avanzada edad en el vuelo Río-Madrid. Pensé, quizás ingenuamente, que las aerolíneas escondían las canas detrás de los mostradores, no fuese a ser, pero no:

- Sí, son mayores porque llevan años en la empresa y pueden hacer viajes largos. Trabajan menos y ganan más.

Ya, pensé, mientras a ella se le ponían los dientes largos. Recuerdo que siempre quiso hacer ese tipo de viajes. Cruzar grandes charcos. Me olvidé: nada más verla, justo al poner mi pie izquierdo en el avión, le planté dos besos en las mejillas. Y ella a mí. Me pareció natural, pero podría parecer, a ojos de terceros, extraño. Nunca había saludado así a una azafata. Me imagino que será un saludo de altos vuelos. Y sus alas, cómo están?