LA FAVELA DE A ROCINHA TAMBIÉN ES RÍO: PODEMOS DAR FE.. -
En A Rocinha no vivimos. Nos escondemos —me comenta él,
Chuchoché, el Jesucristo de Sierra Maestra, antes de girar a la derecha y adentrarse en un callejón con salida poblado de casas bajas y humildes, pero aún así envidia de las chabolas que brotan morro arriba.
En la esquina hay cuatro jóvenes con el pecho al descubierto. No los veo, pero cuando nos disponemos a abandonar la favela junto a Chuchoché, mi colega me comenta:
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Se quedaron mirándonos, pero al vernos acompañados no nos dijeron nada.
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¿Quiénes? —pregunto.
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Los cuatro tíos que estaban ahí. Llevaban pistola, ¿no te fijaste?
No. Yo iba charlando con una garota que me hablaba de lo machista que es la Biblia. De por qué damos por hecho, sin ir más lejos, que Jesucristo es hombre y no mujer.
En A Rocinha, todo Cristo, sea varón o fémina, es ajeno a la obra, excepto si entra acompañado por uno de sus moradores.
Abajo, en el límite de la frontera, un taxi y un taxista nos esperaban desde hacía una hora.