UNA, GRANDE Y CHINA. Cuando De Gaulle le preguntó al primer ministro chino Chu En Lai qué opinaba de la Revolución Francesa, éste le contestó si no creía que había pasado poco tiempo para emitir una opinión. El diálogo aconteció dos siglos después de la sacudida gabacha, justo cuando las glándulas olfativas de cualquier rasgado todavía podían percibir la chamusquina que la Revolución Cultural China había dejado en el ambiente. Se cumplen treinta años de la purga maoísta, que se llevó por delante a cuanto cuatro ojos se cruzase en el camino de los salvadores de la patria. Ha sido así siempre, no extraña, de McCarthy a los talibanes, pasando por. Detrás de todo, la lucha por el poder, el encastramiento en la poltrona, el temor a perderla. Gran laguna en la historia china. No menor parón tecnológico e intelectual. ¿Qué queda de aquello en los contemporáneos cachorros de Mao?

Hipotética conclusión, a debate: No me pongas un libro delante que me mareo.