SOL Y SOMBRA.. En la plaza del Dos de Mayo había un chino, o sea, una tienda china que despachaba lo de siempre. Se anunciaba como Frutos Secos y la verdad es que los chinos no eran muy salados. Pero ella estaba allí, sentada, en una penumbrosa trastienda, cabizbaja, mientras nosotros, David y yo, esperábamos a que alzase furtivamente los ojos.
Aquello era la belleza.
El negocio estaba en la calle San Andrés, a la izquierda del 2D, y hasta allí bajábamos, desde La Placita de los Yonquis, para renovar litronas y darle cuerda a nuestras charlas, humeantes, encima del restaurante griego. David vivía en la misma casa de Psicosis Gonsales y yo, siempre, después de que se accionase el mecanismo que abría el portal, me paraba frente a los buzones, husmeando la laca, confirmando que la cabaretera psicótica seguía allí, que no se había ido.
Una vez bajé al griego a por cerveza, sin previsión ni casco, y salí, sorteando los platos rotos, con un litro de zumo de cebada, pero no recuerdo qué continente lo alojaba.
A David no le molestaba aquella orgía de loza. A Inés tampoco. Pero los dueños del restaurante no dejaban de invitarles a una cena, por aquello de compensar el ruido. Nunca fueron. Creo.
Mas antes de recurrir a los mediterráneos vecinos, prefería bajarme hasta la plaza del Dos de Mayo, en la calle San Andrés, a la izquierda del 2D, a una tienda impersonal repleta de bollería posindustrial y pan de juguete, para allí pedir un par de litros de cerveza, esperando quizás que la belleza se levantase, que al menos amaneciese sus ojos preadolescentes, consciente yo de la insalvable brecha entre oriente y occidente, viéndola ya casada y sufrida, pero radiante, detrás de aquella sonrisa precintada.
De esto, hace ya años, no tantos, la verdad. Chinaflat todavía no había salido en las cartas y las raíces de los labios de Lin, fruta silvestre, perforaban las tierras de Jianxi.
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Publicado el viernes, 25 de febrero de 2005, a las 15 horas y 56 minutos
[1] Dale que toma, toma que dale. Al calor del fuego amigo de Sr. Chinarro.
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Manu | 25/2/2005 19:30
[2] Hay tantos por qué. ¿por qué se le llamarán frutos secos, Sr. Bruñulf?
¿y por qué a las chinas que nos fumamos se le llamarán chinas?
¿por qué nos gustaría ir a cenar con Angels Barceló y follarnos a Minerva Piquero?
Y, la definitiva: ¿por qué el Largo y la Canija van siempre juntos al aseo yacaban los dos oliendo a mierda china?
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Carlo Zola | 25/2/2005 23:12
[3] Desierto de letras. Estimado Carlo Zola:
No entro en el escatológico agujero negro de La Canija y el Largo...
Minerva es un clásico. Que se lo digan a los italianos, que cruzan los dedos para que llueva o haga sol frente a un teniente coronel de la aviación trasalpina. Así está el meteo...
Angels... Uhm, no sé. ¿Rosa María Mateo? El último grado del onanismo catódico. ¿Por qué no reivindicarla ya, antes de que la apisonadora gerontófila haga de la libido una frígida filloa asexuada?
Fumando espero las respuestas que no tengo.
Abrazos, camarada.
Comentado por
Matías Bruñulf | 26/2/2005 18:08
[4] Muy señor mío. Lo siento muy alternativo. ¿No estarás cruzando el charco, dejando atrás el pop argentino, acariciando ya la alternancia ibérica?
¿Para cuándo Los Planetas?
Se me caen todos los mitos y no veo un polvero a mi alcance.
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MB | 26/2/2005 18:11
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