[Bestiario.com] Mi vida como un chino. Cruzando el Atlántico

NO SIN MI CHINA. Lin, más que una muñeca de porcelana amarilla, es una barbie rasgada y jardinera. Un modelo que todavía no se le ha pasado por la cabeza al señor Mattel, y no sabe lo que se pierde.

Las comisuras de sus ojos esconden un mapamundi de sensualidad, pero ella, quizás para despistar, se dejó en Little China su brújula de agujas de carne. Si la belleza de Lin habita en una zona sin cobertura, ¿cómo no perderse entonces en su misterio?

Los taconcillos afilados de Lin se hunden en la madera humedecida de un tejado de Camden Town. Ella mira los agujeros de juguete que deja a su paso, a sus pasitos, y se ríe como una florecilla.

Si Lin fuese de Getafe, muy probablemente me parecería tonta y cursi, pero ella, Mao mediante, nació china y barbie. Afortunadamente, la única cosa en común entre una nancy getafeña y una barbie ecochina es que ambas son socialistas.

(Perdona por la cacofonía, Lin, porque yo sólo quería dejar claro que se puede ser a un tiempo republicana, popular, socialista, china, barbie y jardinera. Quizás debiera escribir simplemente ecobarbie, pero eso tendré que consultarlo con tus flores, a quienes libraste, con tus manitas fertilizantes, de ácaros, gastrópodos y nemátodos sin pedirles ningún pétalo a cambio).

Lin, encaramada en su jardín urbano del norte de Londres, luce, fija y da esplendor con su lengua de clorofila. Me comenta que aprendió el oficio en su casa de Little China, donde cuidaba un jardín rojo donde todas las plantas eran iguales ante sus ojos.

Puede que no haya quedado claro que Lin es una china de provincias. Pero todo es una cuestión de perspectiva: si superponemos Beijing a Madrid, ella sería, a ojo rasgado, de un lander alemán o de un cantón suizo.

«Me gustan las flores en la tierra, no en la botella», me confesó esta mañana con su inglés onehundredwords, pero le entendí perfectamente porque el mío es guanjandredguán, que suena a chino pero no.

Lin me cuenta esto mientras aplica la eutanasia a algunos lirios para que la eugenesia se encargue del resto. Concluyo que sus padres, conscientes de las limitaciones de la política «una familia, un hijo», pusieron toda la carne en la ley biológica de su asador y el resultado es Lin. O sea, la especie perfeccionada.

(Así tiene una sola hija cualquiera).

Pero Lin debe esconder entre su pelo lacio y negro algún plaguicida secreto y letal, pues los bisturíes de sus zapatos del 34 agujerean en soledad, y no hay hongo, insecto, termes o pulpo que se le acerque.

Yo, sentado a una distancia prudente, saco mis cuernos al sol, dejándome llevar por la banda sonora tan original de sus pasitos, mientras observo como se agacha para dar de beber a sus criaturas. Ella sabe que mis ojos vegetarianos la miran, pero antes de que se gire, le pregunto:

- Lin, ¿eres feliz en Londres?

[11] La ruta de la seda. Si me echas un bote de pintura roja encima, (te) aparezco, Beatriz. La felicidad podría pasar por Lin: ya no sólo por su visión, sino por la imposibilidad de ser Fitoken, o sea, republicano, popular, socialista, chino, ken y jardinero.

Ahí, en ese desconcertante tránsito del blanco al amarillo, se cobija, agazapada, la felicidad. En todo caso, para Matías la felicidad no es el destino sino la ruta.

Matías, y me siento más cómodo hablando en tercera persona, subió a la quinta planta, donde la felicidad muestra su género más preciado, y ahora se encuentra, después de pasar por la planta de las rebajas, comprándose unos lichis en el supermercado de la planta sótano. Algo suena por los altavoces y cree escuchar su nombre, pero la dicción del mensajero, como buen piloto de la British, le hace abrir los ojos y mirar hacia Oriente y Occidente. ¿Intenta captar la parabólica de sus párpados la señal perdida de unos ojos rasgados?

Matías, ojiabierto, sería un poco más feliz si encontrase la respuesta.

Din, don, din...

[13] Matías Burton. Cuidado con Lin Manostijeras, que lo mismo te nos devuelve eunuco a la tierra donde un buen zipote vale más que mil chorimas. Jardinerías emasculadoras aparte, pídele a Li que te friege los pies, como el ama hacía a las concubinas (en mi infierno Gong Li será la hurí primera) de la "Linterna roja" (aunque en este mensaje tan botánico mejor habría quedado una "Semilla de cristantemo"). La pericia sobadora de la mucama superiora era tal (y con aquel artilugio, como unos bastoncillos o un bombo enano), que las esposas se iban a los moños con tal de ser merecedoras del masaje nocturno, más que de los favores sexuales del señor. Aquí, por estos pagos del "Toxo rojo", las mujeres tienen otro concepto de ponerte la mano encima. También se masajeaba en "La ducha", pero la cosa iba de hamam chino y homófilo (sin connotaciones sexuales). Cuestión de costumbres, por eso los chinos (milenariamente sapientísimos) han dejado en el mínimo la cuota de partos. En estas geografías, aunque somos menos peros sobramos casi todos, declinamos darnos por avisados de los grandes progresos de la humanidad y las civilizaciones y así nos lucen la caspa y el arado. Si por mí fuese, como dijo el sabio, no habría gente.

[14] The Koreans. Le debo una papaya verde. Al tiempo.

Creo que en su tierra se estilaba mucho el baño checo, a pesar de que el cierre de las salas de fiestas (haga fotocopias a Galicia, bonsai atlántico, de Manuel Rivas, y reparta) y el auge de la agromodernez ha hecho remitir la demanda. No será por falta de agua...

Yo también me siento identificado con el sonoro torrente orgásmico del tenor achinado, aunque, para ser precisos, tanto el chaval de la ducha como la película eran koreanos. Del sur.

P.S.- Le recomiendo la visitación de www.thekoreans.com, el grupo rock-glam del amigo Oliver, del que daré cuenta en próximas entregas.

[15] Bullicio en Camden. No te preocupes, Beatriz: yo estaba en los Stables deglutiendo un arroz blanco con alguna negra y minúscula presencia en el kiosko de la señora Chong, de la que también daré cuenta. Le he llegado a sacar arroz y ¿pollo? por una libra, es decir, un euro cincuenta (o, antiguamente, libra y media).

Creo que debería delinear de una vez el mapamundi de Chinaflat y aledaños, porque Mi vida como un chino no se reduce al apartamento de Old Street orientalizado y vitamineralizado.

Me ha hecho gracia porque al visionario de Maqroll se le escapó un Li por un Lin: cierto, Li también existe, pero mide 1,90, pesa 120 kilos y tiene pito. Y, buenísimo, es militarista. Llegará, llegará...

[16] Insisto. La película que digo era chinísima y de Zhang Yang. La sinopsis, según Yahoo: "Abandonado por Daming, su hijo mayor, que se ha trasladado a la zona de economía desarrollada de Shenzen en busca de fortuna, el señor Liu sigue en Pekín, cuidando de su hijo menor -Erming, un joven que sufre retraso mental-, y aferrado a su vocacional actividad como propietario de unos baños públicos. Por error, Daming, creyendo que su padre ha fallecido, regresa a Pekín y descubre la magia de los baños públicos y su importancia para el vecindario. En contacto con los clientes, asiduos y casi todos ellos antiguos, recupera la cultura tradicional del baño y aprende a asumir sus responsabilidades familiares y a afrontar los problemas que la modernización plantea en su vida personal". Que uno se ha levantado picajoso y tiene sus manías.

[18] Lin, Lina o Lino en un jardín rojo. todas la plantas eran iuguales ante sus ojos.
Recuerda aquel día cuando se movió su pelvis. Aquel día cayó un poco de granizo, poco, pero se le cayó encima un bolita dura y fría y le resfrió un poco las etaminas en aquel jardin rojo. Ella no sabe ni quiere aceptar que esta piedrita tuvo la culpa. Bastante culpabilidad tenía ella de que le había tocado a ella, el hecho de que le rozaran la coronilla. Le había entrado un poco de frescor. ni se acuerda bien si por el pelo, la nariz, la tiróide o los labios interiores de su aparato de reproducción en este jardín rojo. Pero le toco a ella. La toco a ella. El frescor que da escalofíos, calambres, sudadas, ciática.¿ Lin, Lina o Lino?Ahora cual es la flor, el polen este rojo... ¿ por dónde se ha metido? ¿ hubo un poquito de sangre derramada en su casa de Little china cuando cuidaba un jardin rojo donde todas la plantas eran iguales ante sus ojos ?

[21] Cuatricomía popular y socialista. Sí, ya me había comentado una aficionada a las fechas de nacimiento y a los signos del zodíaco que se estaba paseando por Madrid un dragón cuatricomiado made in New York.

Si me tomo un respiro, necesario ante tanta propaganda roja que se respira en estos sesenta metros cuadrados, me acercaré a la exposición de Andy. Por cierto, he visto la de Lichtenstein y, bueno, la verdad, no era un gran qué.

Hablaremos en un futuro de la relación entre Warhol y Mao, por supuesto: ya estaba en el tintero, pero, acento mexicano, estamos en ello...

Ciao.