[1] Seguramente despues vendrían las fresas y por que no las truchas , truchas troitas, troitas fresas. Un baile de lo peor o mejor aún: de salon, sin espectadores ... Sonrisa que se quita los pelos de la cara. Retrato de balcon.

[2] After four lips, two mouths, one kiss. Seguramente después vendría una noche.

Tan larga. Tan corta.

[3] ¡No os pongais serios!. Uff todos los viernes son espesos.

[4] Despues vendrían los corazones locos. La verdad es que hace mucho tiempo que deseaba escribirte, pero nunca me atrevía ( creo que tenemos en la sala mejores escritores, hunot me gusta mucho, sin mariconadas claro), pero el caso es que esto me empieza a relajar, y me sale mas barato que las sesiones anti-stress del psicólogo argentino..... Esta noche te escribo desde la bañera... aquí se piensa mejor..... Creo que las sales de jardín de rosas están haciendo su efecto.... Lavapiés ha perdido la vinoteca del camarero poeta, la tasca Quijote y a nosotros con 2 lustros menos...Lin merece su principe latino, pero que necesitas tu.... Cuando te escriba te recordaré que nos queda otra noche.... que nos queda otra copa...que te queda otro barrio y que a ella le falta la media hora de los corazones locos.

[5] Saca la pluma de las cartucheras y sal del armario, querido. Antón, Antón...

La verdad es que a mí también me gusta la relación entre Soo Wong y Hunot, cuya alma finisterrana se deja llevar por el viento, allí donde la lleve.

Pero tú no te luces mucho aunque pluma no te falta. Pluma con tinta china, digo. Se entiende.

En todo caso, con el dinero que te ahorras del psicoanalista, cómprate un par de bics y aplícate, desde la relajación que te proporciona tu bañera para dos: en Chinaflat, la bañera es para seis, y aún así se hace lo que se puede.

La verdad es que nunca me he dado un baño allí ni ganas que tengo.

Otra cosa: César sigue abierto. Me pasé por allí la última vez que estuve en Lavapiés y casi me daba vergüenza. No me reconoció porque mi cabellera por desbravar y la incipiente barba le confundieron. Me dice:

"Hostia (con ese acento que a mí, a veces, me parece vasco), te he reconocido por el acento".

Siempre le decía, años ha: "Oye, César, ¿has visto a...?", y él, no fallaba, me decía: "¿Al rubio? Pues no" o "Pues sí, se acaba de ir ahora mismo".

El Rubio era Agnón Fijo, como podrás suponer, y dos días después de que no me reconociera volví allí para, precisamente, quedar con Agnón The Blonde, quien -como no podía ser menos- se emperrechó -muy educadamente- en ir al Aloque, al que hacía años -años, uf- que no iba: el canapé de solomillo, tan bueno como siempre.

¿La tasca Quijote? No caigo: refréscame la memoria...

Bueno, meu, cuando nos veamos, nos debemos un brindis al sol.

Bicos a moreas.

[6] Benavides, el ilustrado. Cabellera que, después de nueve meses, he tenido a bien pasar por la piedra, al igual que la barba, cuyo rasuramiento (meses, también, después de la última vez) me ha dejado la quijada hecha un cisco, aunque la cosecha ya ha levantado el dedo índice y promete, al menos, dar fruto en breve para -y no hay mal que por bien no venga- parecerme a la caricatura que el bueno de Benavides tuvo a bien realizar, habiéndome visto sólo una vez en su vida y dando en el puto clavo.

La ilustración es lo que tiene. Qué arte. Qué cultura. Qué ojo (en la nuca).

En fin.