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CABALGANDO HACIA LOS OSCARS (5). No todos los títulos que «suenan» como oscarizables logran abrirse paso hacia ese Olimpo pagano de celuloide que empieza cuando se extiende la alfombra roja sobre Hollywood. Dos ejemplos de ello son Orgullo y prejuicio, enésima revisión del universo narrativo de Jane Austen, esta vez a cargo de Joe Wright, y Los tres entierros de Melquíades Estrada, dirigida e interpretada por el veterano Tommy Lee Jones, que han tenido que contentarse con optar la pedrea.
Orgullo y prejuicio responde a los parámetros de un producto típicamente british ceñido a la ilustración de una obra literaria de prestigio. Así, los hermosos paisajes de la campiña inglesa, el gusto por los encuadres pictóricos y la contenida actuación de intérpretes de contrastado prestigio —un socarrón Donald Sutherland y una algo desmedida Brenda Blethyn— constituyen los principales alicientes de este filme. No obstante, en el balance del «debe» se encuentra, sobre todo, la escasa novedad de la propuesta rodada por Joe Wright. Después de la suntuosa adaptación de Sentido y sensibilidad por parte de Ang Lee —además de otras cintas inspiradas por el mundo literario de Austen, como Emma o Mansfield Park—, el espectador conoce con precisión no sólo el argumento, sino hasta los detalles ornamentales característicos de tales películas. Así, el exaltado romanticismo de algunas de las imágenes de este Orgullo y prejuicio, más afín a los espíritus atormentados de las Brönte que a las celestiales criaturas de Austen, parece legitimado tras la citada Sentido y sensibilidad, que también jugaba la baza de cierto paisajismo sentimental. En una época en la que las páginas de Austen pueden reciclarse para ejercicios posmodernos al estilo de Bodas y prejuicios, ya comentada en otro lugar de esta página, uno no pone en duda el exquisito tratamiento de la película de Wright, pero sí la pertinencia de realizar una adaptación canónica de materiales tan socorridos por realizadores faltos de originalidad.
En la otra ladera del filme de Wright, Los tres entierros de Melquíades Estrada recupera la geografía íntima del western fronterizo y el soporte del drama social sobre los «espaldas mojadas» para un filme que no es, en sentido estricto, ni una cosa ni otra, sino más bien una fábula moral o una muy interesante horse movie. La película cuenta con elementos que remiten a las violentas epopeyas de Sam Peckimpah y al John Sayles de la magnífica Lone Star. Con estos mimbres, el guionista Guillermo Arriaga, premiado en el pasado festival de Cannes, refrena aquí el exhibicionismo de sus anteriores libretos cinematográficos —Amores perros y 21 gramos— para elaborar una peculiar cartografía humana no exenta de compasión ni de ráfagas de un humor negrísimo. Aunque el filme no renuncia a la desconexión temporal y al protagonismo coral que define el mundo de ficción de Arriaga, Tommy Lee Jones consigue embridar la excesiva tendencia a la sordidez del guionista mediante un calculado proceso de distanciamiento que, a la postre, favorece la heterogenidad tonal del filme. Así, Lee Jones ha filmado una opera prima más que notable, que oscila entre la sátira social, el fresco cultural con regusto «tex mex» y el thriller crepuscular. Basta con decir que probablemente Clint Eastwood no lo habría hecho mejor.
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Publicado el lunes, 20 de febrero de 2006, a las 17 horas y 17 minutos
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