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PLANETA JARMUSCH (4): EL REY VIVE. Un nuevo descubrimiento de la factoría minimalista de Jim Jarmusch: Mystery Train, estrenada en las pantallas en 1989 y recientemente editada en DVD. La película hilvana tres historias recorridas por la sombra de Elvis Presley y situadas en un Memphis sonámbulo del que Jarmusch consigue extraer imágenes evocadoras y precisas: las calles desiertas bajo el plomizo sol del mediodía, los antiguos solares y la peculiar fauna de un hotel de ínfima categoría donde se trenzan los destinos de los diversos personajes en busca de Elvis: una pareja de japoneses que intentan llegar al auténtico corazón del rock n’roll, una turista italiana que convoca el espíritu del Rey durante una noche triste y tres amigos que acabarán convertidos en prófugos de la justicia después de un delirante periplo nocturno. Con un calculadísimo ritmo lento, más pausado aún que en otros filmes del mismo director, Jarmusch elabora un blues cinematográfico que tiene mucho de elegía dedicada a los mitos, a la música e incluso a los paisajes de antaño.
A raíz de esta interpretación, Mystery Train puede verse como un réquiem surcado por inesperadas ráfagas de ironía y humor negro. También es, no cabe duda, un gozoso ejercicio nostálgico donde Jarmusch ensaya un «más difícil todavía» en lo relativo a la parquedad de recursos expresivos empleados. Sin utilizar más diálogos que los precisos, con escasos decorados y un reducido número de personajes, la película logra, no obstante, reflejar la entraña de una de esas ciudades-mundo que tanto agradan a su realizador. Además, el filme cuenta con un curioso dispositivo temporal que permite enlazar los tres relatos fragmentarios que concurren en el celuloide. Aunque el espectador no lo advierte salvo al final del metraje, en cada historia hay referencias al tiempo en que tienen lugar los demás episodios que componen la película. El engarce entre los distintos capítulos se consigue mediante reiteraciones —a veces textuales— de los momentos que van pautando la cronología de la narración: los muelles de una cama, el sonido de una bala o la noticia de un periódico comentada por los recepcionistas adquieren en el desenlace una nueva luz gracias a la cual conocemos exactamente cuándo y cómo se han desarrollado los acontecimientos. Ese recurso, que algunos cinéfilos le han atribuido al Tarantino de Pulp Fiction, se encuentra, entre muchos otros precedentes, en esta curiosísima cinta del maestro Jarmusch. Es cierto que no se trata de una de las obras mayores del director, pero acaso su manera de filmar se perciba más nítidamente en piezas de cámara como esta Mystery Train, donde se constata algo que siempre habíamos sospechado: el fantasma de Elvis sigue vivo.
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Publicado el viernes, 31 de marzo de 2006, a las 17 horas y 01 minutos
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