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UN PÁJARO, UN AVIÓN…. Pues sí, Superman también regresa con el verano, como el año pasado le tocó a Batman, con nuevos rostros tras la cámara y bajo la capa. Sin embargo, podemos adelantar que las esperadas nuevas aventuras del superhéroe por antonomasia van a entusiasmar a muy pocos. Probablemente el bucrocrático Bryan Singer, que ya se encargó de poner en imágenes las dos primeras entregas de los X-Men, no era el más adecuado para insuflar renovados aires a los vuelos de un Superman que se antoja excesivamente deudor de su antepasado cinematográfico. La propia elección de Brandon Routh como protagonista, inexpresivo sosias de Christopher Reeve, sugiere por dónde van a ir los (escasos) tiros de la proyección. En efecto, Singer se ha limitado a urdir una desmadejada historia sentimental —con «supermancito» incluido— que sirve de soporte a la ficción: el amor imposible entre Superman y su inseparable Lois Lane luego de que ésta haya decidido rehacer su vida tras la ausencia del hombre de los leotardos rojos. No obstante, aquí terminan las innovaciones del guión que Singer pone en imágenes. Lo demás —las maquinaciones del maquiavélico Lex Luthor, las hazañas cívicas de Superman, que ahora se dedica a detener la caída libre de un avión, o la fobia del héroe a la kriptonita— lo ha visto ya cualquier espectador habituado a la mitología del séptimo arte.
No menos discutible es la opción de dotar de cierta profundidad psicológica al personaje mediante los paralelismos religiosos, que llegan al punto de convertir a Superman en correlato pagano de Cristo, con muerte y resurrección incluidas. Sin embargo, este bizarro giro de la película no consigue redimir su casi absoluta ausencia de sentido del humor, su monótona planificación o el escaso carisma de sus actores, entre quienes se cuenta un veterano en los papeles de malvado como Kevin Spacey y una antigua musa indie como Parker Posey. De la completa decepción sólo salvan unos pocos destellos de imaginación —el momento en el que el hijo de Lane toca el piano que luego utilizará como arma arrojadiza— dentro de un panorama casi desolador. En Supermán, el retorno el problema no reside tanto en el envoltorio del producto, ya que Singer resuelve con solvencia las escenas espectaculares, como en la falta de alma de un filme del que es imposible extraer siquiera una secuencia para el recuerdo.
En sus nuevas andanzas por los cielos del celuloide, los superhéroes han sabido, con mayor o menor fortuna, adoptar las obsesiones de sus realizadores. Así, Spiderman representa los temores del eterno adolescente que quisiera ser el heterodoxo Sam Raimi, el remozado Batman es un personaje del cine negro, género predilecto de Christopher Nolan, y hasta Hulk presentaba unas reminiscencias psicoanalíticas que no eran ajenas al mundo familiar de Ang Lee. Sin embargo, el nuevo Superman, incontaminado por la aséptica cámara de Singer, ha de resignarse a convertirse en el superhéroe más soso del olimpo cinematográfico. Y eso, como defendía Álex de la Iglesia en un estupendo artículo, es imperdonable.
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Publicado el miércoles, 19 de julio de 2006, a las 17 horas y 22 minutos
[1] right. Tenés razón: la fui a ver ir es un verdadero asco de película.
Además, no me queda claro como y cuando Superman se cambia el peinado, ya que tiene 3 diferentes. Uno con raya al medio cuando es Clark Kent, otro despeinado por el viento cuando vuela, y cuando aterriza súbitamente tiene el pelo con gel y el rulito idiota !! Me lo imagino con un pomo con gel en el bolsillo (tiene bolsillos su atuendo ?) y justo antes de aterrizar, y a super velocidad, lo saca, se lo pasa por el pelo, y con el dedo índice se hace el rulito :)
Comentado por
argie01
| 21/7/2006 08:31
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