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EL PESO DEL HUMO. A quienes conozcan la escasa filmografía del coreano Kim Ki-Duk estrenada en España —la naturalista La isla y la ascética Primavera, verano, otoño, invierno… y primavera— no les sorprenderá el universo que despliega Hierro 3, su película más reciente. De hecho, en ella se encuentran concentradas, y depuradas hasta su mayor grado de estilización, las inquietudes particulares del realizador: la incomunicación, la violencia o la marginación, todo ello tamizado por una vaga espiritualidad que remite a una lectura heterodoxa del quietismo budista. No obstante, su nuevo filme aporta diferencias relevantes con respecto a sus precedentes. Por una parte, el director abandona los espacios rurales y agrestes de sus anteriores propuestas para centrarse en la trama urbana contemporánea. Por otra parte, el soporte realista que caracteriza la obra del director se va diluyendo poco a poco en un tenue onirismo que acaba por cuajar en una peculiar reinterpretación del «realismo mágico» desde los códigos narrativos del cine oriental.

La vocación contemplativa de Ki-Duk se pone ahora al servicio de un argumento que le permite jugar con las sugerencias y los sobreentendidos. En este caso, el protagonista es un joven que invade las casas ajenas para adoptar, durante un breve lapso de tiempo, la vida de los auténticos dueños de dichas propiedades. Todo se complicará a raíz el encuentro accidental con una muchacha… A partir de estos mimbres argumentales, el director reflexiona sobre los difusos límites entre realidad y apariencia, en una variación que remite a los entresijos metaficcionales de Borges. Asimismo, el punto de partida puede entenderse como el detonante de una parábola social más amplia, que habla del desarraigo de los actuales «seres urbanos» y del imposible retorno a la inocencia. El filme se divide en dos partes que implican sendos niveles de lectura complementarios. Hasta la aparición de la policía en el relato, Ki-Duk se ciñe a los modos de una narración realista y lineal, donde la preocupación por la mirada sustituye a los diálogos, casi inexistentes. Sin embargo, desde el momento en que la policía interroga al protagonista, asistimos a una deconstrucción del discurso realista. Las referencias al entorno urbano se atenúan, al mismo tiempo que se difuminan los rasgos psíquicos y las preocupaciones sentimentales de los protagonistas. Con todo, Ki-Duk no se deja tentar por la aridez de un cine abstracto, sino que entrega al espectador algunas pistas que favorecen la interpretación del discurso. Para entendernos, nos encontramos aquí más cerca de los vuelos fantásticos de cierto cine europeo que de los rompecabezas del último David Lynch, con quien Ki-Duk comparte una misma distancia hacia sus personajes.

En suma, Hierro 3 no es sólo la mejor película de Ki-Duk hasta la fecha, sino una pieza imprescindible para entender el último cine oriental, cuyas mutaciones ya no se explican atendiendo a la dictomía contemplación (Ozu) y narración (Mizoguchi) que todavía siguen vigentes en buena parte de la crítica cinematográfica. El coreano Ki-Duk se sitúa en medio de ambas opciones, entre la voluntad de captar el detalle y el placer de contar una historia. Por eso sus películas —la mayor parte inéditas en nuestro país, habida cuenta de su incansable ritmo de producción— no son sólo un éxito de temporada, sino una apuesta decidida por un cine de autor que combina la agilidad narrativa y un poso de extrañeza que sigue al espectador al salir de la sala. Y es que, al fin y al cabo, sus películas quizá también nos estén hablando de nuestra vida.

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Publicado el lunes, 4 de abril de 2005, a las 20 horas y 54 minutos


[1] Pues ahí vamos. Pues como eres la 2ª persona que me la recomienda, y aventurando que va a durar poco en cartelera (al menos aquí) esta noche nos meteremos a verla.

Enviaré otro comentario tras el visionado de la misma

Saludos
Comentado por David Gil | 05/4/2005 10:41
[2] Deliciosa. Pues al final conseguí verla, porque creo que este viernes ya la quitan.

Sinceramente una película deliciosa, te atrapa desde un primer momento. Es de esas películas en las que no hay momento para desconectar un sólo minuto y pensar en lo que te has dejado al fuego, o lo que tienes que hacer al día siguiente.

Me encanta la evolución que lleva desde un relato totalmente real, a un cuento, en que no sabes bien si es real o no.

Lo mejor que he visto este año.

Gracias por recomendarla
Comentado por David Gil | 12/4/2005 11:21






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