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RETORNO A BOLLYWOOD. Bodas y prejuicios, la última película de la directora Gudiner Chadha (sí, la de Quiero ser como Beckham), muestra desde su propio título las dos fuentes principales de las que bebe. La parte matrimonial se inspira sin duda en el éxito más reciente de la cinematografía india: La boda del Monzón, de la directora Mira Nair. A su vez, los prejuicios remiten a la novela de Jane Austen Orgullo y prejuicio, de la que la actual película se presenta como una peculiar (y libérrima) adaptación literaria.
No en vano, el filme de Chadha se acomoda a los cánones del puro cine «made in Bollywood», neologismo que procede de la improbable fusión entre Hollywood y Bombay. Según los códigos genéricos típicos de dicho cine, Bodas y prejuicios se presenta como una particular mezcla de melodrama romántico y comedia musical donde los personajes lo mismo exhiben sus sentimientos con mucho dramatismo que se arrancan por bulerías a ritmo de pop desenfrenado. Y es en estos números musicales, de exuberante cromatismo y alambicada coreografía, donde reside el principal encanto de la película. Así, Bodas y prejuicios tiene menos del universo literario de la Austen, ya un poco enmohecido a estas alturas, que del musical norteamericano clásico; pongamos por caso, Siete novias para siete hermanos. Pero si Chadha ha aprendido bien la lección de los grandes maestros del musical (de Stanley Donen a los artífices de West Side Story), el aspecto dramático se revela harina de otro costal. En este sentido, el problema del filme no reside en que tenga menos intriga que un tamagotchi (que también), sino en que todas las situaciones que desgrana la película resultan estereotipadas, previsibles y cursilonas. Para entendernos, nos encontramos aquí más cerca de las liofilizadas comedias románticas con Meg Ryan que de la divertida Oriente es Oriente (Fish and Chips), de Damien O’Donnell, que hablaba de la difícil aclimatación de una familia india en el Londres de comienzos de los ochenta.
Pese a los mohines feministas y postcoloniales de su protagonista, Bodas y prejuicios sacrifica cualquier atisbo de análisis social en aras de una supuesta comicidad que se sustenta en la presencia de personajes caricaturescos (el émulo de Peter Sellers enriquecido en Estados Unidos) y en situaciones de tensa confrontación cultural (aunque Mi gran boda griega, sobre un tema parecido, contaba al menos con algunos gags memorables). Al fin, poco se puede salvar de semejante despilfarro pirotécnico al margen de unos cuantos números musicales al puro estilo del Pita, pita popularizado por la compañía Coca Cola. El timo de la estampita, vamos, aunque exhiba contornos de tarjeta postal.
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Publicado el jueves, 21 de abril de 2005, a las 16 horas y 07 minutos
[1] Imprescindible. Este blog empieza a ser una referencia para algunos de nosotros. Felicidades Betaville.
Comentado por
Marcos | 22/4/2005 18:02
[2] Del Pita. Del Pita actor: joey jeetun -www.joeyjeetun.com
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