WONG KAR WAI (2): CUANDO FUIMOS SALVAJES. La segunda película de Wong Kar Wai,
Days of Being Wild, inaugura ya la línea temática más arraigada en el cine del autor. La trama, articulada en torno a los desencuentros sentimentales de varios personajes, configura un peculiar tapiz amoroso que logra sublimar la cotidianidad, el prosaísmo de la historia y la falta de recursos técnicos mediante un hondo lirismo. Como en toda película de protagonismo coral, Wong Kar Wai juega con distintos estereotipos que giran alrededor del personaje abúlico y donjuanesco interpretado por el malogrado Lelie Cheung. Así, ante la cámara desfilan la mujer ingenua seducida por él (una jovencísima Maggie Cheung); su nueva amante, una desprejuiciada bailarina, y hasta un policía local (Andy Lau) que pasaba por allí y que se queda encandilado con la belleza de la Cheung.
Con materiales tan parcos, Wong Kar Wai consigue crear una película que rebosa personalidad en cada plano. A ello contribuyen el marco histórico de la cinta y su peculiar tratamiento del cromatismo. La película se ambienta en unos brumosos años sesenta, aunque, dada la escasa relevancia del trasfondo sociológico, se diría que dicha localización es un pretexto para incluir los temas musicales afines al realizador (sobre todo, boleros) y para exhibir la indumentaria propia de la época. Más relevancia tiene el juego con las gamas de colores, a tal punto que podríamos afirmar que
Days of Being Wild pertenece a la «etapa verde» del realizador, del mismo modo que
2046 es un claro exponente de su «etapa roja». Al lado de estos recursos formales, el autor completa la narración omnisciente con breves fragmentos donde escuchamos la voz en
off de cada personaje, y que sirven para clausurar los capítulos en que se divide implícitamente el filme. En la segunda parte, ubicada en Macao, donde Leslie Cheung acude al encuentro de sus padres biológicos, Wong Kar Wai cierra el bucle que da forma a la narración y vuelve a reunir a los personajes masculinos. No obstante, esta sección resulta menos convincente, pues el realizador se pierde en una subtrama gangsteril que rinde pleitesía a las convenciones del género de su anterior película, pero que aquí carece de un soporte firme.
Con todo, lo más desconcertante de
Days of Being Wild es su última secuencia, que no desvelaremos aquí, y que resulta sólo explicable si tenemos en cuenta que la duración de la película iba a ser mayor y que el realizador se vio obligado a recortarla por falta de presupuesto. Bastará señalar que, según las declaraciones del director, esa secuencia contiene el germen de
Deseando amar y
2046. En suma,
Days of Being Wild, pese a algunos explicables titubeos estéticos, cierra con absoluta congruencia la prehistoria cinematográfica del mago Wong Kar Wai.
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Publicado el jueves, 2 de junio de 2005, a las 16 horas y 52 minutos
[1] critico poco observador. Actualmente estoy realizando un trabajo sobre wong kar-wai el cual incluye la película days of being wild... solo puedo decir que respetando las preferencias personales de quien escribio esta nota, no sabe observar... mire mas alla de los prejuicios, del pseudo conocimiento que posee.
[2] Crítico poco escribidor. Karina: Me alegro de su capacidad de observación, que no pongo en duda, pero me permito recordarle que escribir sobre cine exige también un cierto cuidado en la ortografía, puntuación y sintaxis.
Comentado por
Betaville | 28/8/2006 16:36