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LAS MEJORES PELÍCULAS DE 2005 (Y 4). Cerramos este análisis del año cinematográfico con algunos comentarios sobre lo que dio de sí la producción latinoamericana, española y de varia geografía de la temporada pasada. El cine de procedencia latinoamericana de 2005 fue, como diría un maño, «flojico, flojico».A falta de ver algunas cintas de apariencia interesante, como la mexicana Batalla en el cielo, de Carlos Reygadas, y las argentinas Iluminados por el fuego, de Tristán Bauer, o Hermanas, de Julia Solomonoff, el balance resulta más bien magro: el éxito argentino de la temporada, No sos vos, soy yo, de Juan Taratuto, fue una comedia intrascendente que remedaba sin demasiada gracia el sentido del humor del primer Woody Allen; El aura, de Fabián Bielinsky, resultó un thriller tirando a soporífero que multiplicaba las trampas de la ya tramposa Nueve reinas; Conversaciones con mamá, de Santiago Carlos Oves, sólo redimía su excesiva propensión lacrimógena gracias a la arrolladora interpretación de China Zorrilla, y a Señora Beba, de Jorge Gaggero, ni Norma Aleandro conseguía insuflarle algo de vida. En este panorama desolador, sólo sobresalieron dos filmes: la peculiar road movie colectiva Familia rodante, de Pablo Trapero, que también atravesaba en su ruta considerables baches narrativos, y El viento, de Eduardo Mignonga, a la que le sobraba algo de nostalgia gauchesca, pero que contaba con una dirección sobria y con una magnífica interpretación de Federico Luppi.

De otros lugares vinieron sorpresas más estimulantes. Ejemplo de ello fue la africana Molaadé (Francia-Sengal-Burkina Fasso-Camerún-Marruecos), de Ousmane Sembene, capaz de combinar una denuncia contra la ablación y un hondo calado estético y antropológico. También tuvo su interés La historia del camello que llora (Alemania-Mongolia), de Byambasuren Davaa y Luigi Falorni, un documento tan didáctico como hermoso sobre la vida de los nómadas del siglo XXI. Otro filme «trasterrado» fue El jardinero impaciente (Usa-UK-Canadá-Alemania), de Fernando Meirelles, con reparto y capital estadounidense, director brasileño y ambientación africana. Aunque condicionada por su trasfondo de crítica social, la película no reducía su mensaje a una mera «tesis», sino que ofrecía la crónica de una derrota personal y colectiva, en sintonía con el género de espionaje y con el subgénero de «películas de diplomático» —véanse Cónsul honorario, El sastre de Panamá o El americano tranquilo—. Con todo, la cámara «nerviosa» de Meirelles dotaba de vitalidad y empuje a una de las obras más sugerentes del pasado año.

Por lo que respecta al cine español, uno tiene que confesar que se le escaparon de la cartelera varias propuestas que se le antojaban, en principio, atractivas: los documentales El cielo gira, de Mercedes Álvarez, y La doble vida del faquir, de Elisabet Cabeza y Esteve Riambau; las minoritarias La cicatriz, de Pablo Llorca, y Frágil, de un remozado Juanma Bajo Ulloa; la costumbrista Tapas, de José Corbacho y Juan Cruz, e incluso la fantástica Frágiles, del imprevisible Jaume Balagueró. En este balance de olvidos y despistes no incluiremos el último Garci, el refrito de las dos Ninettes de Mihura, que este cronista evitó escrupulosamente. Por lo demás, el inventario de 2005 es poco menos que descorazonador. El género que se lleva la palma con respecto al número de estrenos fue el drama social, por cuyos senderos circularon cintas bienintencionadas, pero mediocres (Heroína, de Gerardo Herrero); películas fallidas de directores interesantes (La vida secreta de las palabras, de Isabel Coixet, que tampoco renunciaba a una faceta intimista); producciones tan efectistas como innecesarias (7 vírgenes, de Alberto Rodríguez, que incurre en todos los defectos y pocas de las virtudes del Barrio de Fernando León), y, finalmente, un par de filmes que al menos no abdicaban del riesgo dramático y de la dignidad estética (Princesas, de Fernando León, que por misteriosas razones no gustó a quienes entusiasmó Los lunes al sol, y Malas temporadas, de Manuel Martín Cuenca, de protagonismo coral). Cercanas al género social también se alinearon La noche del hermano, demencial thriller psicológico dirigido por el novel Santiago García de Leániz, y el retablo coral Obaba, de Montxo Armendáriz, tal vez la principal decepción del año, pálida y aséptica adaptación del universo narrativo de Bernardo Atxaga. Al margen del realismo testimonial se estrenaron dos comedias sentimentales poco relevantes, aunque no exentas de cierto encanto, Semen, una historia de amor, de Inés París y Daniela Fejerman, y Los dos de la cama, de Emilio Martínez Lázaro. Esperemos que el 2006, en el que se estrenará el nuevo Almodóvar, depare mejores resultados. Al menos, quien suscribe disfrutó ayer de una película menos jaleada pero más fresca y sincera que la mayor parte del celuloide estrenado en 2005: Sud Express, de Gabriel Velázquez y Chema de la Peña. Pero esa es ya otra historia.

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Publicado el domingo, 15 de enero de 2006, a las 12 horas y 10 minutos


[1] Muy bueno. Una lástima que en el periódicos y en las revistas de cine casi nadie escriba así.
Comentado por J.R. | 15/1/2006 19:14
[2] ¿Has visto Trece entre mil de Iñaki Arteta?
Comentado por J.R. | 15/1/2006 19:15
[3] Qué bueno eres, Beta... Por lo demás, añadir que me decepcionó "Frágil", máxime teniendo en cuenta que me encanta la "primera" etapa de Bajo Ulloa, del mediometraje "El reino de Víctor" a "La madre muerta".

Cierro comillas y reciba abrazos.
Comentado por Matías Bruñulf | 16/1/2006 05:35 | http://www.bestiario.com/mvcuc
[4] Trece entre mil. Pues no, no he visto Trece entre mil, aunque tuvo muy buenas críticas. Los documentales, de paso casi siempre efímero por las pantallas, son como las ostras: uno sabe que hay perlas, pero da pereza vérselas con tanta cáscara. Ah, y muchas gracias por tu comentario, Matías. Ya me barruntaba yo que "Alas de mariposa" y "La madre muerta" no iban a tener descendencia... A ver si el bueno era el hermano.
Comentado por Betaville | 16/1/2006 14:38
[5] Mi memoria y mis archivos documentales... son pésimos: explíqueme lo del hermano, por favor.

(O lo dice por Eduardo, el guionista?)
Comentado por Matías Bruñulf | 17/1/2006 18:27
[6] El guionista. Pues sí, Matías, es una referencia al guionista.
Comentado por Betaville | 18/1/2006 14:57
[7] En todo caso, Bajo Ulloa... además de persona, es todo un personaje: recuerdo hace años, cuando, en el Festival de Cine Ibérico del Johnny, apareció en escena antes de la exhibición de "El Reino de Víctor" con sus gafas de sol y su pinta de macarra, diciendo:

- Bueno, como no voy a poder estar para la charla al final de la película, si queréis hacerme alguna pregunta ahora?

Me pareció cojonudo. Predebatamos, pues.
Comentado por Matías Bruñulf | 18/1/2006 17:01 | http://www.bestiario.com/mvcuc






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