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YOGA, YAGO, GOYA…. Ayer se entregaron los premios Goya correspondientes a su vigésima edición. A pesar de la voluntad —que renueva año tras año— de soportar íntegramente la gala, quien suscribe ha de confesar que se quedó dormido poco después de que Andrés Pajares y Carmen Maura entregaran el premio al mejor sonido. Así que, como el común de los mortales, hoy se ha enterado de los ganadores de estos sucedáneos de «oscars» españoles con un poco menos de glamour, pero con la misma pompa y circunstancia.
Para seguir con la costumbre, el cine español decidió no premiar a la película que ha enviado a competir en Hollywood —la Obaba de Armendáriz—. Tampoco en esta edición se han llevado el gato el agua las cintas más declaradamente sociales que copaban el resto de las candidaturas —Princesas y 7 vírgenes—. En cambio, los principales galardones (película, dirección y guión) se fueron hacia el cine de autor, de vocación más internacional, que desde hace una década viene realizando Isabel Coixet. Y, aunque uno no comparta el entusiasmo por La vida secreta de las palabras, hermoso título para una película demasiado monótona y dispersa, se alegra de que la Coixet haya visto reconocida una trayectoria acaso desigual, pero cuenta con obras de notable interés, desde Cosas que nunca te dije hasta Mi vida sin mí. El resto de galardones no escaparon a lo previsible: Óscar Jaenada obtuvo el premio a la mejor interpretación masculina por el biopic de Camarón dirigido por Jaime Chavarri, Candela Peña se hizo con un merecido premio a la mejor interpretación femenina por su papel en Princesas, de Fernando León, y José Corbacho y Juan Cruz obtuvieron el premio a la mejor dirección novel por su costumbrista Tapas. Los premios a actor y actriz de reparto fueron para Carmelo Gómez, por El método —película que también ganó el premio al mejor guión adaptado, obra del omnipresente Mateo Gil—, y para Elvira Mínguez, por Tapas. Actor y actriz revelación fueron, respectivamente, Jesús Carroza por su naturalista interpretación en Siete vírgenes y Micaela Nevárez por Princesas. Entre los apartados técnicos, Obaba obtuvo el premio al mejor sonido y Habana blues al de mejor música. Según los miembros de la Academia, la mejor cinta de animación fue El sueño de una noche de verano, y el mejor documental Cineastas contra magnates, de Carlos Benpar, en un gesto de miopía que dejaba sin reconocimiento «oficial» a cintas estéticamente más interesantes, como El cielo gira, de Mercedes Álvarez. Finalmente, Match Point, del neoyorquino Woody Allen, fue elegida mejor película europea, e Iluminados por el fuego, la versión de la guerra de las Malvinas realizada por el argentino Tristán Bauer, mejor película extranjera de habla hispana.
Y en este punto finaliza la crónica de unos premios no tan anunciados como de costumbre, pero que suelen pecar de excesivamente «posibilistas» y que rara vez refrendan el riesgo artístico asumido por los directores de estos pagos. Y por hoy no digo más.
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Publicado el lunes, 30 de enero de 2006, a las 15 horas y 10 minutos
[1] Sobre Brokeback. Apreciado Betaville, me ha gustado leer su crítica de Brokeback Mountain justo después de haber colgado un post en el que hacía mención a ella. Le invito a pasarse por Chinaflat. Abrazos.
MB
P.S.- De verdad le parece buena la actuación del rubio?
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