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NOCHE ELECTORAL (I). El devoto, solícito y jovial hombre de confianza de la mano derecha del más relevante consejero del segundo asesor del candidato sólo pudo aflojarse el nudo de la corbata a la una de la madrugada. Naufragó en el hotel una hora y dos copas más tarde. Aunque vencido por la fatiga y las urnas, antes de descalzarse enchufó el televisor y el portátil. Cenó unas aceitunas de lata, unos cacahuetes salados y unas patatas fritas apuntando porcentajes y comparando escrutinios. Iba a comenzar el dossier que debía presentar siete horas más tarde cuando vibró el teléfono. Respondió. Recibió las nuevas órdenes, apenas asintiendo, sin anotar los datos y las conclusiones que debía incluir en el informe, mientras se contemplaba en el espejo del armario empotrado. Aquella sonrisa aún le aterra.
Publicado el martes, 11 de marzo de 2008, a las 2 horas y 58 minutos
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