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ESPERANZA. Ese amor que no cuajó arrancó allá por las navidades, cuando los vecinos de enfrente trajeron un gato, aunque quizá seamos más precisos si indicamos que hará cosa de mes y medio caímos en la cuenta de que nuestra gata mataba demasiado tiempo delante de la ventana de la cocina, que da al patio y desde donde se puede ver parte de la cocina de los vecinos, y que una o dos semanas más tarde les pillamos contemplándose en silencio, qué remedio, él estirando la cabeza entre la cortina y ella encima de la lavadora, con las patas delanteras en la contraventana, y así un día, y otro, y nos hemos enterado de que nunca culminará, a pesar de que pensábamos que en cualquier despiste uno de los dos cruzaría a la otra casa, sorteando los tendederos, porque el otro día el hijo de los vecinos nos contó que el gato ya no vivía en su casa. Pero nuestra gata continúa pendiente, esperando quién sabe qué.
Publicado el martes, 18 de marzo de 2008, a las 1 horas y 02 minutos
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