|
|
EVOLUCIÓN. Todas las mañanas sus sábanas lo abrazaban como abraza una boa, él era el guisante en la vaina, el palo en el torniquete. Todas las mañanas tenía que pelearse contra ellas, deshacer su abrazo, romper la vaina. Todas las mañanas empezaba su día cansado, sin fuerzas, exhausto. Ninguna mañana lograba explicarse porqué.
Hasta que descubrió que siempre giraba en el mismo sentido.
Publicado el martes, 11 de marzo de 2008, a las 9 horas y 07 minutos
|
|
|
LEER Y ESCRIBIR.. El joven anhelaba aprender a leer y escribir - anhelaba hablar - supremamente bien en su propia lengua. No tuvo oportunidad con el pomposo profesor. Sus redacciones eran todas evaluadas con un "bien", "razonamiento excelente", cuando él ya sabía que eran agua sucia. Y salvo la corrección de errores gramaticales graves, ¿qué obtuvo de aquel tipo de "calificación"? Simplemente nada. El inglés continúa siendo hasta hoy más o menos un misterio. Nunca se le enseñó por qué el inglés es inglés; qué es lo que hace al inglés ser distinto de otras lenguas, y qué peculiares y singulares fuentes hacen "hablarlo". Cuáles son sus limitaciones y cómo estas pueden ser convertidas en ventajas. Se le dejó solo para que las encontrara, si es que podía, y sin un material adecuado con el que poder trabajar.
Autobiografía, Frank Lloyd Wright
Publicado el miércoles, 26 de marzo de 2008, a las 9 horas y 31 minutos
|
|
|
AVENTURA COTIDIANA.. Escenario. Una barbería, el cilindro con la triple espiral blanca, roja, azul, espejos en una de las paredes, en la contraria sillas que hoy vuelven a ser modernas otra vez, revistas que alguna vez fueron actuales, páginas que alguna vez fueron blancas, lociones, espumas, gominas, lacas, champús, con nombres tan poco conocidos que por fuerza deben ser líneas profesionales. La luz entra difusa, el neón crepita, se oyen pasos lejanos, la emisora oficial de las barberías suena en el ambiente, sólo la voz del locutor dando el boletín de cada hora.
Primeros planos. La víctima. Cabeza echada hacia atrás, el cuello rojizo, ofrecido, las manos temblorosas, tensas, en el reposabrazos de cuero marrón y falso, el babero con restos de hoy y de ayer. El verdugo. Navaja en mano sobre cuello ajeno, una mano la sujeta, la otra aguanta la cabeza, ambas seguras, conociendo el oficio, sabiendo lo que van a hacer.
Primerísimos planos. El filo de la navaja sobre el cuello, los poros, una incipiente gota de sangre, sudor en la sien, las pupilas nerviosas que van de la cara del verdugo, al neon, al cilindro tricolor, de vuelta al verdugo, los labios se aprietan lentamente esperando lo inevitable, mandíbula tensa, uñas clavadas en el cuero, la mirada cruel del verdugo.
Instante eterno.
Después, la cuchilla rasura, termina el afeitado perfecto, una vez más, como cada día. La víctima suspira aliviado. Le gusta venir a esta barbería porque lo hacen bien, pero sobre todo porque le es más fácil ponerse en el papel. Cuando todo acaba, suspira, se siente aliviado, paga y se va.
El verdugo extiende la mano, recibe el dinero, sonríe cordial, despide afable, y mira lo cobrado. Otra vez no ha dejado propina. Cualquier día...
Publicado el jueves, 27 de marzo de 2008, a las 10 horas y 29 minutos
|