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POR LOS CODOS. Es cierto que las mujeres hablamos a tantas revoluciones por minuto que si las pudiéramos canalizar y transformar en energía, podríamos no sólo competir y ganar a todos los caballos, jumentos, asnos y rucios, de las mejores escuderías de Formula 1, sino que podríamos haber llevado al hombre a la luna de una parrafada, o al mono, con una sola palabra.

Yo soy la primera que entono el mea culpa, porque reconozco que cargada soy peor que una metralleta encasquetada. Y sé que a veces hablo para no decir nada. Pero pienso para mí: “También es un talento el abrir el pico y soltar palabras ligadas”

Y si no mira los políticos: mueven la boca y siempre dicen lo mismo.

Es un arte la asociación de palabras. Pero una belleza, el silencio de la naturaleza.

Las palabras cantan, susurran, encandilan y abrazan. Pero sobre todo, nos comunican que esto se acaba.

Publicado el miércoles, 1 de marzo de 2006, a las 15 horas y 43 minutos

Ilustración de Toño Benavides
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