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UNO DE ENERO, DOS DE FEBRERO.... Después de cantar los pajaritos, llego el día de gritar a los toritos.
¿Pero cómo coño, una persona en su sano juicio, se pone delante de una tonelada de carne roja brava y enervada?
Yo creo que no es cuestión de huevos, ni del tamaño de los mismos, ni siquiera de la hora a la que tiene que volver al psiquiátrico, yo creo que es una cuestión de sitio.
¿Es que no hay en Pamplona cafeterias, bancos, bibliotecas... en las que una persona con estudios elementales pueda leer el periodico?
Pero alma cándida! Si no te dejan entrar en casa, vete a leer el periodico a la plaza. No le enrosques y en señal de protesta te quieras tirar a la vaca... que viene con el toro detrás y no es que sólo sea celoso, es que es poco cariñoso... y no sé que me da a mí, llamalo instinto, que no le va a hacer ninguna gracia al analfabeto animal vacuno, que le pases por el morro tu graduado escolar, entre chillidos de: Eh! Eh! Ven torito! Eh Eh! Ah! Olvidaba que no sabes ni leer los títulos! (ABC, o lo que es peor: La RAZÓN, te la enseño pero no te la doy.) Pues vas listo.
Llámalo sexto sentido mejor, por lo de los muertos, que no les veo pero les presiento, pero no veo yo la gracia de luchar un peso mosca contra una tonelada mosqueada y mal afeitada.
No sé tú, pero yo... los toros en el campo y si quieres corridas... (esto es una dejada en bandeja cargada)... cuenta los días que la San Silvestre llega en nada y te gustará correr entre esas plazas.
Publicado el viernes, 7 de julio de 2006, a las 1 horas y 50 minutos
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