|
|
RESIDUOS TÓXICOS. El pañal de mi sobrino de hoy, es una prueba patente de cariño: El mío. Porque ni me he inmutado ante tal pestilencia y variedad de contundencias.
Más que un regalo como lo llama su madre, era un atentado.
Un atentado a mi pituitaria y sobre todo al medio ambiente. ¿Para cuando un contenedor para “abonos” recién salidos del horno?
Ya me imagino en un bosque, un oso, rompiendo una bolsa gigante de basura... y al llegar al pañal... volverse loco y no poder usar su protuberancia nasal ni para encontrar miel, ni para seguir el rastro de un posible predador.
Lo que es el amor...
Publicado el jueves, 26 de enero de 2006, a las 17 horas y 56 minutos
|