MAL DE OJO. A veces cuando uno tiene la negra, la china, o ha puesto un circo y le han crecido los enanos, piensa que algún conocido o un mal bicho, le ha salido un orcuelo en el ojo, y por ese motivo, no sólo le mira mal, sino que piensa y desea a la vez que le taladra con la mirada, que le estallen las tripas y una colonia de almorranas le amargue la vida.

Puede ser, es una posibilidad. Llamémosla opción A.

Pero yo soy de las que contundentemente pienso como ser racional y científica vocacional, que este asunto es como la gravedad: ACOJONANTE.

Las cosas caen por su propio peso, y las decisiones que tomamos en nuestra vida nos marcan y nos atrapan como imanes hastiados de atraer metales poco pesados. Opción B.

¿Y todo este rollazo para qué? Para confesaros que las decisiones de antaño (hablo como Matusalén), repercuten cada año.

Yo ahora me quejo de que estoy mas sola que la una, y os pregunto: ¿Tengo yo la culpa?

Afirmativo.

Os pregunto: ¿Debería modificar mi actual destino y pedir al “señor x” que salga conmigo? ...exponiéndome a la próxima glaciación, o lo que es peor, a que me evite como a una vulgar manifestación.

Los micrófonos están abiertos.