HACERSE EL SUECO. Termino de leer una novela-río de
Selma Lagerlöf recién reeditada:
Jerusalén. Selma Ottiliana Lovisa Lagerlöf fue la primera mujer en conseguir el Premio Nobel de Literatura, y con ese nombre no es extraño que se lo dieran.
Las novelas-río (no
novelas-ríos) tienen una ventaja y un inconveniente. La ventaja: si son buenas, al ser largas, alargan el placer de la lectura. El inconveniente: si son malas, por ser largas, piden a gritos que se abandone su lectura. En este caso, yo creía que era mala, pero como la he acabado, tengo que concluir que
algo tiene. Tiene lo raro del argumento: el nacimiento de una secta en un rincón apartado de Suecia y su traslado en masa a Jerusalén. La ruptura de los lazos familiares crea un sinfín de conflictos a un lado y otro, y eso siempre es interesante. Y tiene también la parquedad del campesino sueco, que parece que ni siente ni padece (y es mentira) y de ahí lo de
hacerse el sueco.
Selma Ottiliana Lovisa Lagerlöf se merece una segunda oportunidad después de un siglo. Como la pantera negra.